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364 EULOGIO ZUDAIRE Arequipa, al que fue su secretario episcopal y actualmente era su apoderado, don Antonio Pérez, cura del sagrario de dicha catedral. A doña María Teresa de Bassecourt, su sobrina, se continuarían pasando los 400 ducados, según él lo venía haciendo, hasta que estuviese en edad de ser promovida a camarista de la reina. A su sobrino, don Procopio Bassecourt, granadero voluntario en el regi– miento de Orán, se remitirán igualmente los 300 reales que viene percibiendo, hasta su reemplazo en alguno de los regimientos de América. A don Mariano de Olmedo, su paje que se trajo de las Indias y que estaba en el colegio de Málaga, de la Universidad de Alcalá, se le entregarán los cinco reales de vellón (suponemos que diarios) hasta que termine sus estudios y salga graduado. A su agente, don Antonio de Tejada, y al amanuense de éste, don Cle– mente Mate, tres pesos duros fuertes por mes, desde que le vienen sirviendo en dicho oficio, más el abono de todas las cuentas. que pre– sentare aquél por gastos hechos por cuenta del dicho señor obispo o de los capuchinos de El Pardo y por los que hicieren éstos en la instancia que tenían pendiente. Su sobrino, el señor marqués de Ceballos, podrá reintegrarse de cierta cantidad de reales que le son debidos. Al convento de PP. Capuchinos del real sitio de El Pardo, un cáliz y dos patenas de oro, « en memoria de hallarse el cadáver de mi señora madre sepultado en dicho convento y se practicará igual diligencia con el mío ». Se remitirán al señor obispo de Arequipa, su sucesor, todos los papeles, así los peculiares como los relativos a aquel archivo y que se hallan guardados en un cofre. Albaceas testamentarios: su hermano el conde del Asalto, y su sobrino el marqués de Ceballos, los cuales harán efectivos los cobros y venderán en pública almoneda los bienes y efectos del otorgante; y con el producto satisfarán los legados y mandas instituidos por este testamento, que anula a todo otro. El resto se distribuirá por igual entre los tres citados conventos capuchinos de S. Antonio, La Paciencia y El Pardo, en sufragio de su alma. El día 1 de marzo de 1792 falleció en Madrid, según consigna La Gaceta, nº 21, del día 13, el ilustrísimo señor don fray Miguel de Pamplona, ex obispo de Arequipa. De acuerdo con su disposición testamentaria debió de enterrár– sele en el convento del real sitio de El Pardo, cabe su madre. No hemos hallado testimonio escrito ni hemos podido comprobar si tales sepulturas se respetaron, aunque se supone que deben de estar bajo un manto de tierra y cascote con que se rellenaron los sótanos de dicho convento o tras de un muro de mampostería claustral.

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