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FRAY MIGUEL DE PAMPLONA 353 y como se evidencia en el presente caso, que aquellos regalistas tan honradamente supieron sortear. Lo extraño es córno el bueno de fray Miguel, « obispo ex Arequipa » (según gusta firmarse), no se había ya desengañado después de los desplantes que para aquella fecha le habían dado, aunque diplomáticamente. Porque a éste de su presencia o no presencia en la corte los días de gala y al otro del número de celdas en La Paciencia habían precedido otros a cuenta de la visita y procura de misiones, que continuó promo– viendo y que debieron de ser la razón de permanecer e11 la capital de la nación, en vez de recogerse al convento de Monóvar de la que él llamaba « mi provincia de Valencia». En reiterados memoriales al rey y al Consejo de Indias viene clamando desde 1789 sobre el decadente estado en que se hallaban las misiones capuchinas de América por falta de misioneros y de buen gobierno. No hablaba por testimonio ajeno, sino por la expe– riencia de sus dos visitas que le había encomendado Carlos III. En la representación que hace a S.M. con fecha de 24 de octu– bre de 1789 expone ciertos principios obsesivos en él: no se reme– diará la gran decadencia de las misiones capuchinas ni la vida lánguida de sus colegios de misiones establecidos por el P. Co– lindres y de los seminarios de perfecta vida común fundados por el P. Zamora, « si V.M. no manda que a nuestras Missiones Capuchinas de América vaian todos los años suficiente número de Missioneros, como también a sus Colegios de Missiones de España y a sus Seminarios de Coristas y perfecta vida común, establecidos en Vs. Rs. Conbentos de la. Paciencia y del Pardo; y para lograrlo es preciso V.M. mande tam– bien que en sus Provincias Capuchinas de España no se pongan en los estudios sino los coristas que lo pidan para habilitarse a hir de Missioneros a las Américas o a los Colegios de Missiones de España (donde <levan vivir los que quieran hazer missiones en adelante)... » •. En su carta al ministro de Indias, don Antonio Porlier, le dice, a guisa de comentario del memorial precedente, que el pro- padre General Colindres », había intervenido el obispo dimisionario fray Miguel de Pamplona hacia 1790-1791, porque al ser denegada su erección bajo el real patrocinio por el ministerio. de Gracia y Justicia, había recurrido el provincial de Navarra (« el provincial de mi tierra», escribe fray Miguel) al valimiento del obispo « ex Arequipa ». La carta de fray Miguel a, S.M., autógrafa, no fechada, en: AGI, Indiferente General, leg. 1342. 147 En posdata explica el obispo fray Miguel al ministro Porlier de dónde le nació ese pensamiento del cuarto voto: los franciscanos reco:etos lo exigían en el primer colegio de Propaganda que tuvieron en Europa; mantienen misiones vivas en Pachuca, Nueva España. Añade que también lo emitían los jesuitas al cabo de algunos años, mas no obligatoriamente, sino dejados a su albedrío. Cf. FROILÁN DE RIONEGRO, Misiones de los Padres Capuchinos cit., 250.

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