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336 EULOGIO ZUDAIRE junio de 1782; pasó a Buenos Aires, desde donde, tierra adentro,. llegó a Chuquisaca, en donde consagró al obispo de Santa Cruz, don Alejandro Ochoa 119 • Cruzó el alto Perú en jornadas grandemente fatigosas, llegó a su sede de Arequipa el 22 de febrero de 1783, se alojó en el convento de S. Francisco y tomó posesión de su prelatura el 3 de marzo del mismo año 1783 12 'º. No fue simple curiosidad turística o capricho de viejo estrate– ga haberse lanzado aguas arriba del Plata y del Salado, y puna bravía a traviesa de los que habían sido campos de batalla en la lucha contra los rebeldes Catari y Concordanqui. Tenía que visitar a su paso las diócesis de Tucumán, Charcas (Bolivia) y La Paz y volver desde Arequipa al Cuzco, « para haber visitado todo el teatro de la guerra, que V.S. y yo hemos sido encargados de apagar» - según explicará al nuevo superintendente general don Jorge de Escobedo - y porque debía a S.M. una información personal. « Aho– ra sé - le había dicho Carlos III al despedirle - que sabremos la verdad de cómo aquello queda, pues tú no tienes otro interés que el de decirla » 121 • Por el camino de las Charcas a Arequipa fue recibiendo pleito homenaje de capitanes tan ilustres como el corregidor Necoechea,. el criollo Laisequilla, el comandante Francisco de Salcedo, cuyos destacamentos le rindieron honores. Sin duda que aquellas pleitesías hicieron reverdecer en él sus lauros de coronel, aunque su nuevo es– píritu de simplicidad franciscana tradujera tales honras personales en veneración abstracta de su nueva jerarquía. Lo que él ignoraba entonces fue que, sin mengua de sus « facultades y relevante carác– ter», había situado el comandante general don Gabriel de Avilés, tres cuerpos de caballería entre Urcos y Sicuani, no sólo por darle 119 Santa Cruz de la Sierra, archidiócesis de Charcas en Bolivia. Este obispo es de los quince que deja en el anonimato A. de EGAÑA, S.l., Historia de la Iglesia en la América Española. Hemisferio Sur, Madrid, B.A.C., 1966, 911. En las breves noticias que se dedican a fray Miguel en dicha Historia (81 s) se contienen estos leves errores: 1) los títulos nobi– liarios de sus padres; 2) hacerle fraile en Guastalla (México); 3) llevarle a Londres como prisionero de los corsarios ingleses; 4) prolongarle la vida hasta el año 1794. En p. 988 se le hace fundador de un convento capuchino en Santa Fe para atender a los goajiros. No; primordialmente se fundó para sustituir a los jesuitas expulsos en sus misiones circulares. 120 M. de MENDIBURU, Diccionario histórico biográfico del Perú, VIII, Lima 1934 (voz Pamplona); Francisco Xavier ECHEVERRÍA, Memoria de la Santa Iglesia de Arequipa, año 1804, publicada por el P. Victor BARRIGA en su Memoria para la historia de Arequipa, IV, Arequipa 1952, 214; R. VARGAS ÜGARTE, S.I., Historia de la Iglesia en el Perú, IV, 307 s. En su carta a Carlos III, desde el Cuzco, 12 de octubre de 1783, cita los obispados que visitó en su viaje: Tucumán, Charcas, La Paz, "donde hubo tumultos» (AGI, Cuzco, leg. ·75). De sus informes solo nos consta que embarcó en Lisboa y que llegó a Rio de Janeiro cuando aún no era princesa del Brasil la infanta Carlota Joaquina, hija de Carlos IV. Véase su Apunte de la Vtilidad ... (sin fecha ni firma), en: AGI, Caracas, 967 (publicado por FROILÁN DE RIONEGRO, Misiones de los Padres Capuchinos..., 249). 121 AGI, Lima, 1095: carta de fray Miguel, obispo de Arequipa, al visitador y superin– tendente general don Jorge de Escobedo, Arequipa, 9 de abril de 1783.

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