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FRAY MEGUEL DE J'AMPLONA 32T No se vieron en la metrópoli con ojos tan aviesos las andanzas apostólicas del P. Pamplona. Según el cronista, fray Antonio de Albaida. agradecióle S.M. el acertado desempeño de su comisión y « le honró con el Título de Procurador. Comisario y Visitador General de todas las Misiones que los Capuchi_-ios de la provincia de Valencia tienen a su cargo en la América rr.eridional » ' 96 • Que se alegrara el rey Carlos III con el regreso de su antiguo compañero de armas (acción de Velletri) y le felicitara p:Jr la abundancia de informes políticos y misionales de Nueva Granada, es muy normal; que apro– bara y hasta ampliara los cargos, entre honrosos e ingratos, de su nueva aventura indiana, es asimismo diplomáticamente normal. Y que esos cargos y esos honores fue::-an distintos de los señalados por el P. Albaida, podía igualmente presumirse. Pues aunque el provincial de Valencia, que había de presentar al rey la propuesta, evitara hacer un desaire a quien había cumplido como bueno " 7 , tampoco podía hacerse sordo a los clamores del prefecto de Santa Marta, P. Moratalla, al que se le había atravesado aquella especie de altivez militar de fray Miguel. Se le nombró presidente de la nueva expedición, que para el hospicio y misiones circulares había solicitado el secretario Gálvez " 8 ; se le nombró asimismo procurador general de las misiones de Santa Fe y Santa Marta y, por comisión especial del monarca, visitador meramente informativo de las misio– nes capuchinas de las provincias de Catalu:µa, Aragón, Andalucía, Navarra y Valencia, que eran respectivamente las de Guayana, Cu– maná, Caracas, Maracaibo y Santa \ilarta, en la capitanía general de Caracas y virreinato de Santa Fe " 9 '. Al P. Félix de Gayanes se le 7 de abril de 1778 figura el P. Bocairente como vicario del hospicio. Cf. ANTONIO DE ALCÁCBR, La Capuchina, 23. oo APV, Crónicas. III, libro sexto, cap. 31, ¡:-. .510. Nótese que estas noticias son parte del Elogio de el Ilmo. Sr. Dn. Miguel de Pamploua. 'J7 Condujo la prü11era expedición misionera .atendió a su distribución y a sus emo– lumentos, consiguió para los capuchinos valenci¿nos una residencia en la capital del vi– rreinato con el no menguado cargo y privilegio :le sustituir a los padres jesuitas expulsos en sus misiones de centros urbanos, alcanzó el a.,ticipo del sínodo o subsidio real, cuando los trá1nites solían eternizarse; y por su an1ista:l con el secretario don José Gálvez con– siguió que a los capuchinos de América Jlegar~n francas todas las cartas, como a los residentes en España. « Bueno es - concluye - tener Alcalde amigo, como lo es Gálvez ». >JS AG, G. 140, 13: « Establecimiento de las i.1isiones Capuchinas... » Carta de don José Gálvez, de 20 de diciembre de 1777, Madrid, en que se advierte que no haya de haber más. de cuatro religiosos legos en la familia del referido hospicio (APV, carp. 9, leg. 4/1, doc. 441-3). Y como expresidente de la misión de Riohacha se denomina a sí mismo el P. Miguel en su « Representación,, del año 1781 (AGI, Caraws, leg. 967). Por real orden de 7 de abril de 1778 se le concedió que pudiera conducir lE religiosos para el hospicio de Santa Fe. Cf. ANTONIO DE ALCÁCER, La Capuchina, 23. 99 En la Relación que con fecha 29 de abril de 1780 sobre las misiones de Curnaná le presentó el P. Simón de Torrelosnegros, su pre!ecto, se especifica lo de la « visita mera– mente instructiva "· Dicha relación la publicó M. Serrano y Sanz en la Colección de libros

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