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FRAY MIGUEL DE PAMPLONA 317' él· podía informarle, por su rango y por su archivo de consignas,.. cartas, movimiento de personal, libros de cuentas. Además, según ratifica el propio P. Alcoy, durante veinticuatro días, a v.eces con sus,. noches, hubo de afanarse en hacer la reladón detallada y duplicada de su visita. Colaboraron con él, en trabajo a destajo, sus secretarios,. P. Francisco de Castells, nombrado por patente provincial, que rati-· fioó el Consejo de Indias, y el P. Domingo de Bocairente, escogido por el mismo visitador. El P. Castells - según comunicaba el pre-· -fecto - murió a la semana de concluída la visita, agotado de tanta fatiga y de los no pocos altercados que hubo de mantener con el P. Pamplona, el cual terminaba generalmente por acatar su dictamen~ « Era el P. Castells religioso exemplarissimo y muy fervoroso y ajus-· tado. Decía misa todos los días ». « El motivo de haber escrito tanto• en esta Mission - continúa el mismo P. Alcoy - con dos Secretarios... es por atropellarse para pasarse a Sta. Fe y cada instante era borrar y bolver a escrivir ». Con lo que se estuvo veinticuatro días, cuando· podía haber despachado en solos ocho. El cuatro de septiembre, terminadas las tareas, se fue fray Mi– guel con el P. Boca.irente a la capital del virreinato. ¿Para qµé? Nadie le había llamado. En la carta que le escribió el secretario de Su Excelencia - comenta el padre prefecto - solamente se le indicaba que el señor virrey quedaba a la espera de su informe sobre el estado de las misiones y necesidades de los indios y de los misioneros. Si fueron otros los móviles, a buen seguro que tampoco se justificarían desplazamientos tan costosos, que no han de ser por menos de 200 pesos. « Yo, P. nuestro, sin haver visto a este Sr. Excmo., le escriíri atento a unos ganados que perjudicavan las· labores de los chimilas.. y me respondió muy puntual, mane.ando la orden juntamente para que sin la menor dilación saquen dichos ganados de todos aquellos. contornos, como se executó ». Llegó dicha respuesta cuando fray Miguel estaba en el Tuerto; se la mostró y se quedó con ella. « Yo, siempre he conseguido muchisimas providencias, como constan en este archiuo (que tambien se lleuó dicho P. Pamplona) sin haver visto a los Srs. Virreyes ni ir vaguando, haciendo costos ». Por lo que antecede, échase de ver el sarpullido de resentimiento– del P. Alcoy. No le faltaban razones. Apenas si después de once meses. de su llegada a Nueva Granada había logrado entrevistarse con el P. Pamplona, porque todo era hospedarse en Cartagena en casa del gobernador,. subir a Honda, que está inmediata a Santa Fe, a entre– vistarse con el virrey viejo (Guirior), regresar a Cartagena con el pretexto de diversas gestiones y terminar toda su diplomacia con ofrecernos el hospicio de los observantes (franciscanos) de Riohacha. contra toda ley y fuero. Y no es ésta la única ni la más penosa de

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