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308 EULOGIO ZUDAIRE que se redujese a poblado, se podría formar una regular cabaña, que se consideraría bien común para sustento de todo el pueblo; « por– que los indios siguen y obedecen como los perros al que les da de comer aunque les dé palos; pero no al que los llama, aunque les haga caricias, si no les da de comer» 52 • Por el momento, varios de los misioneros hubieron de refugiarse en Riohacha, pues desde la conquista de Apiezi se habían vuelto los indios tan soberbios, « que ni aun a los chicos pueden hacer los Ca– puchinos que acudan a la doctrina y no podían residir en sus pueblos sin gravísimo y evidente peligro... lo que todo bien considerado por mi y por Dn. Antonio de Arévalo... nos ha hecho tolerar el que se queden algunos de mis Capuchinos en la Capital hasta ver en que paran estas cosas» 53 • El propio virrey escribirá a S.M. que mientras duren las actuales circunstancias de sublevación de gran parte de los goajiros (contra los cuales tenía orden de proceder con todo rigor), la presencia de los capuchinos entre ellos no solamente sería inútil sino muy arriesgada 54 • Proyecto fracasado En tanto llegaba el placet del virrey Guirior para iniciar la visita canónica, no solamente se preocupaba el P. Pamplona de garantizar empleo y sueldo a « sus capuchinos », sino que forjaba otros planes que él juzgaba de gran utilidad, cuando no de urgencia insoslayable, para las misiones de Riohacha y del Valledupar. Fue uno de ellos sugerido por los propios misioneros: « establecer un hospicio común para las dos Misiones en la ciudad intermedia del Valle de Upar, para recoger los misioneros cuando enfermos, a fin de curarlos en él, y cuando tibios o disipados, a fin de enfervorizados con el reco– gimiento y exercizios » 55 • El otro, mucho más complejo, y sugerido por las instituciones del P. Colindres en España: fundar en Carta– gena de Indias « un hospicio o Seminario de Misiones». Constaba a fray Miguel que se podía disponer de los 600 pesos de renta adju– dicados a los religiosos expulsos en favor de los que les sustituyeran en sus misiones circulares. Podía tratarse del caso, si el definitorio provincial de Valencia no lo juzgaba desatinado, con el señor gober- 52 Fray Miguel de Pamplona al virrey Guirior (Cartagena de Indias, 10 de octubre de 1775), en: ANB, Conventos, tomo 15, f. 572 s (cf. ANTONIO DE ALCÁCER, La Capuchina, 15 s). ro Fray Miguel de Pamplona, visitador de las misiones capuchinas, a don Manuel Flórez, virrey del Nuevo Reino de Santa Fe (Maracaibo, 11 de abril de 1776), en: ANB, Conventos, tomo 15, f. 694 s (copiado por ANTONIO DE ALCÁCER, Las misiones capuchinas, 217 s). 54 Fray Miguel de Pamplona al comisario general y ministro provincial de la provincia de Valencia (Santa Fe, 18 de septiembre de 1776), en: APV, 932-9. 55 Carta citada del P. Pamplona al virrey Guirior, de 10 octubre de 1775.

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