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FRAY MIGUEL DE PAN:PLO"-IA 303 huviese convento de Capuchinos, las Justicias los hospedasen y asis– tiesen; y lo mismo executó el Excmo. Sr. Capitán general de Zarago– za», hacia donde se encaminaron los días 9 y 10 de diciembre de 1774. Al llegar a Navarra, los distribuyó el padre provincial entre los conventos de Rentería, Fuenterra.bía y Vera, en donde permanecieron desde los primeros días de enero hasta el 12 de marzo de 1775, día en que se hicieron a la vela en el « San Ignacio», una de las mejores naves de la Compañía guipuzcoana de Caracas 38 • Al partir cada religioso de su conver:to, el superior respectivo de– bía entregarle testimonio, firmado y se[ado, de la fecha de partida, porque equivalía a un bono cobrable del contador real, en el puerto, a razón de siete reales por jornada, que se calculaba de ocho leguas. Corría también por cuenta de la Real Hacienda el « aviamiento, viá- tico o matalotaje», es decir, una asignación de 496 reales de vellón y 11 maravedíes a cada misionero, « para hazerse un hábito de sarga, dos de lienzo aplomado, paños menores y sudarios y para otras cosillas precisas para llevar a la Misión y para su servicio en la casa donde ha de habitar en el pueblo que le señalarán. Y se advierte que si el P. Presidente toma en junto todo el lienzo necessario para los hábitos, paños, sudarios, etc., y la sarga para el Habito que llaman de respeto, saldrán más bien librados que no si cada Missionero se lo diligencia en particular para sí» 39 . •Comenta el cronista que aunque la ruta hasta el puerto de Pasajes .sea larga, todo se compensa con la buena acogida de los capuchinos .de Navarra. Para los gastos de la travesía suele abonar S.M. por misionero 140 pesos, que se entregan al capitán del barco. Gracias a los vientos favorables duró la del « S. Ignacio» no más que treinta y cinco días hasta el puerto de La Guaira, en donde desembarcaron el 16 de abril. Allí permanecieron hasta el 16 de mayo en que una hermosa goleta, de la misma Compañía, les condujo también por cuenta de S.M. hasta Riohacha, adonde arribaron el día 20. Durante su estancia en La Guaira el comandante general de la plaza había abonado diaria– mente, por cada misionero, « dos reales de plata colonarios » 4 'º en lugar de los dos escuetos reales de vellón que mandaba dar el rey por cada estadía en puertos españoles. Luego de pisar tierra, sufrieron una primera decepción: en vez ss APV, doc. 932-11: Relación del viaje, por el P. Miguel de Pamplona (sin firma). 39 APV, doc. 910-1: Memorias históricas de la Mission, f. 19. 10 Reales de plata columnarios: moneda acuñada en América con el emblema de las .,.dos columnas y la leyenda Plus ultra, de doble valor que los de vellón.
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