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EN TORNO A LA REVOLUCIÓN CATALANA DE 1640 93 la púrpura cardenalicia; y aun cuando llegaran a probársele algu– nas triquiñuelas, bien le pudieron perdonar, cuando personc1,jes mucho más significados, como don José Miguel Quintana, el Ca– nónigo José Soler, etc., hallaron gracia ante el Rey Felipe IV. Grave acusación, en verdad, la que se hace a Pablo del Rosso al reconocerle parte principal en la secesión de Cataluña: por su boca se le condena. Pero, ¿y los Barberini? ¿No infunden ve– hementes sospechas aquellas sus relaciones con el Canónigo re– volucionario? ¿Por qué se le confiaban secretos tan graves, como la participación de los Cardenales Barberini, Brancaccio y Filo– marino en la conjuración de Nápoles? (véase Apéndice). Y ¿por qué les facilitaba él tantas noticias sobre la situación política de Cataluña? En el aire queda nuestro interrogante, quizá demasiado audaz, ;:;. la espera de la solución que cierto expertísimo y competente investigador habrá de dar al caso "PABLO DEL Rosso". A PE N DICE S (1) I PABLO DEL Rosso AI, CARDENAL MAFFEO BARBERINI. fol. l. Barcelona, 15 de agosto de 1618. "Illlo y Rmo. m. Sr. Con esta son quatro cartas las que tengo scrito a V. S. Ilma. desde Barcelona y de ninguna tengo respuesta, del que veo ser más desditxa que suerte y por ventura reyna esta estreUa en Barcelona: que será forgoso para servir a V. S. I. bolver en Roma, donde recibo tantas mer– cedes de lM manos de V. S. I.,que serían llargas de contar y espero las recibiré con mi pleyto del priorato que será V. S. I. informado de mi procurador. (1) 1Por vía de ilustración reproducimos algunas de las cartas que Pablo del Rosso escribió a los Cardenales Barberini. Están tomadas del citado manuscrito Barb. Lt.,, 8.536.

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