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EN TORNO A LA REVOLUCIÓN CATALANA DE 1640 91 Rey y Señor", que es el saludo con que se despide del señor Car– denal Barberini a 26 de julio de 1652. RENDICIÓN DE BARCELONA. ¿De dónde le nacía al señor Deán aquella inclinación por los malafectos? ¿De cobardía? ¿De intereses creados? Ciertamente que no de amor a los castellanos. Todavía en octubre de 1649 la– mentaba con poco escrúpulo moral que no hubieran envenenado las malvasías de Sitges antes de abandonar la plaza, "como se hizo quando se empe(,aron estas guerras con el tabaco" (56). LJegó el mes de septiembre de 1652. Don Juan de Austria se presentó a las puertas de Barcelona con el acta de perdón para todos los rebeldes; excepto don José de Margarit y Biure, y el respeto para todas las instituciones y libertades catalanas. Los diputados y oidores, que, al abandonar Barcelona por causa de la peste, se habían refugiado en Mar.resa, decidieron aceptar el ofrecimiento de Felipe IV y dar crédito a sus palabras. Siguie– ron su ejemplo las villas de Mataró, Solsona, Vich, etc. Responsables hubo que, con el Gobernador general, José de Margarit, con el Conseller Vicente Farriol, el Regente Fontanella y el jurista Martí y Viladamor, huyeron al campo francés para continuar, por espacio de seis años, molestando insensatamente a Cataluña, aliados con los franceses. ¿Qué hacia entre tanto don Pablo del Rosso, Diputado Ecle– siástico, el que no creía en palabras de castellanos; el que, por (56) "los cavaHos se mueren por el trigo que han comido y es más que cierto que huvieran muerto todos con poner veneno en las beuidas que sólo hauía dos xarcos de agua de lluvia y si se tenía de rendir la plaQa poner también en las malvasías. que las hauía muy buenas deste año como se hizo quando se empe,Qaron estas guerras con el tabaco". Barb Lat., 8.536, fo– lio 32 v.: Pablo· del Rosso al Cardenal Barberini, de Barcelona, a 20 de oc– tubre de 1649: En carta de agosto del mismo año comunicaba al Cardenal que "una espía castellanna sorprendido cerca de Lérida, en lugar de tabaco tomó veneno y murió''. Idem, fol. 61 v.

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