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EN TORNO A LA REVOLUCIÓN CATALANA DE 1640 87 le había adjudicado aquella abadía, "rica en calidad y hazienda" (carta del 1 de a,gosto de 1649). Mas no fué este redrojo abacial la única muestra de gratitul y de confianza que le dispensaron sus Majestades Cristianísimas, ni fueron solamente las caricias que, según nos dice él mismo, le prodigaron en Perpiñán Luis XIII, Richelieu y Mazarino. Algo más significativo y conforme con sus aspiraciones resultó el grandioso regalo que "por manos de M. de Marca" le hicieron en 1644 (44) y el nombramiento para el tribunal eclesiástico, pen– '3iente de confirmación pontificia, en 1646, y el de residente ge– neral de los negocios eclesiásticos catalanes en Francia (45). Pero tales canonjías no colmaban sus ambiciones. En agosto de 1648 se quereila a Mazarin.o porque en el doctor Morell se proveyó la Vicaría General de Tortosa, con gran escán– dalos de los buenos catalanes, que lamentaban se galardone no a quienes han tenido parte "en las juntas, entrega y gobierno -como yo, pudo añadir-, sino a quien corre más" (46); y no con menor amargura se lamenta reiteradamente por la vaya que le da la gente, al ver que nunca se le cumplen las promesas y por– que nunca le acaba de llegar la pensión que le tienen prometida (44) París, AAE., Gorr. Pol., Espagne, vol. 21, fol. 241: P. del Rosso a Mazarino. Barcelona, 5 de mayo de 1944. Cfr. otra carta de Mr. de Marca a Mazarino, acerca de dicho donativo, en Baluze, 103, fol. 85. En la "Ins– truction pour Mr. de Marca" se prometía a del Rosso un presente que el Mariscal de La Motte le entregaría de parte de Sus Majestades Cristianí– simas. (45) París, B. N., Baluze, 104, fols. 198-204: "Mémoire pour les affaires ecclesiastiques de Catalogne en Cour de Rome du 1° mar's 1646", fol. 200. Véase también Barb. Lat., 8.536, fol. 53: Del Rosso al Cardenal Barberini. Baréelona a 27 de febrero de 1646. (46) París, AAE., ser. cit., vol. 29, fol. 122. Rosso a Mazarino, Barcelo– Da, 19 de agosto de 1648. Aunque esta queja amorosa del anónigo al Carde– nal nazca del propio sentir más bien que de la voz común, tiene razón don Pablo en tratar de advenedizo y arribista al doctor Moren, que, por el favor oe Mr. de Harcourt, pudo alcanzar grandes honores y pensiones, aunque en la hora primera se halló ausente de las barricadas.

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