BCCCAP00000000000000000001075

EN TORNO A LA REVOL~CIÓN CATALANA DE 1640 77 lla", edición preferida a la in folio de 1601 (fols. 55a y 55B); sus diligencias por enviarle, adquiriéndolos, "aunque fuesse a peso de plata ... los libros originales [de Ramón Llull] scrittos de mano propia en papel y pergamino y ay más de un carro" ; y aquella su generosa oferta de Almogávares (fol. 47) para liqui– dar la guerra de Castro con el Duque de Parrna (26). Y los Bar– berini correspondían a estas pruebas de afecto, no sólo mante_– niendo una correspondencia que del Rosso estimaba "como si venissero dil Paradiso", sino otorgándole prebendas, verbi gra– cia: el Decanato de la Seu de Barcelona, adjudicado por el Papa Urbano VIII, "sin que yo lo pidiesse ni supiesse la vacante", y agraciándole con otros gajes y favores, según atestigua el propio del Rosso. ¿ COMPLICIDAD POLÍTICA? Ello no embargante, y pese a cuanto llevamos escrito, se nos antoja que las cartas del señor Deán carecen de aquella espon– taneidad, sincera e íntima, de la correspondencia privada, en– sombrecidas por intereses de orden político, y con más reflejos de informes de un agente que de efusiones de un amigo (27). A mayor abundamieno, no debió de ser el Canónigo barcelo– nés la única persona que se relacionaba con los Barberini. Mateo (26) Sólo la ignorancia o la mala voluntad pudo dictar a Pablo del Ros– so que Odoardo Farnesio servía, en el conflicto de Castro, como "cabeza de hierro" (fol. 47) a las hostigaciones ca.stellanas contra la Iglesia; cuando es cierto y probado que Richelieu remitía 30.000 escudos mensuales al dicho Odoardo, como ayuda de costa, y atizaba, mediante el embajador francés Hugo de Lionne, la guerra de los Farnesio contra los. Barberini. Entre tanto, por paradójica ironía, solicitaba Antonio Barberini ayuda de la Corte es– pañola, lá cual, según podía presumirse, procuraba desentenderse de él, con promesas de futurible. Cfr. L. Pastor, ob. oit., vol. 29, págs. 193-206. (27) Tengo para mí que no sin cierta socarronería debió ·de responder el Conde-Duque-si es que respondió-a los que le informaron que el Canó– nigo del Rosso había puesto en su casa las armas del Rey Cristianísimo, que aquello se explicaba porque "bastaga ser yo [Rosso] criado de su Santi– dad". Carta de P. del Rosso al Cardenal Antonio Barberini. De Barcelona y 29 de enero de 1641.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz