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a E. ZUDAIRE En las Cortes de Barbastro el griterío había sido tan horrísono, por· el servicio personal que se les demandaba, que el Monarca tuvo que. regresar desde la Barca del Cinca. En las de Monzón habían exaspe– rado de tal modo a Felipe IV, que les ame,nazó, si no admitían su pro– posición, con declararles enemigos suyos y de su Corona a todos ellos y a todos sus descendientes perpetuamente, porque su terquedad nacía de ánimo sedicioso (19). Los Ministros Superiores, desorientados por oposición tan ruda (salvo la del Brazo Eclesiástico), pierden el tino ante la perspectiva de las Cortes catalanas y discrepan sobre la pr~tensión de Barcelona de no poder convocarse las Cortes para Lérida. Y eso que valencianos y aragoneses, al no haber podido lograr su intento, anhelaban la hu– millación de los catalanes hasta igualarles con ellos (20). Felipe IV, amaestrado por tan dolorosa experiencia, cedió a las. pretensiones de Barcelona, y el 21 de marzo, sábado, tomó el camino de Balaguer. Salieron a recibirle D. Juan Sentís,_ Obispo de Barce– lona; cesante desde aquel momento en su cargo político, y gran cortejo de Prelados, Títulos y Caballeros. El 25 se hospedó en el monasterio de Religiosas Bernardas de Valdoncella; y al sigUiente, 26, hizo su. entrada triunfal por el portal de San Antonio, en donde un niño, en forma de ángel, descendido por peregrina invención dentro de una triple granada, le entregó las llaves dé la ciudad. Una ingente multi– tud, que desde Hospitalet ocupaba caminos, árboles y tapias, le vito- - reaba hasta enronquecer. Dábanle escolta, con los Grandes y ,Títulos, los Conselleres seguidos de lucidísimo acompañamiento, los Dipu– tados, las autoridades universitarias y una compañía de caballos lige– ros de Perpiñán, a las órdenes de D. Francisco Dardena (21); En la plaza de San Francisco juró la unión de las Islas, y ante el altar mayor de la Seo y en la Sala Real, las Constituciones, Usatges, privilegios y (19) De ·1a enrarecida atmósfera de Monzón puede juzgarse por la carta que Olivares escribió a su Gobernador con fecha 9 de marzo de 1626 y que pu– blicamos en el Apéndice I. (20) En B. N. M.adrid, mss. 18.651, / 56. 66. 6'1, hay una relación de las ame– nazas del Conde-Duque a los valencianos y unas décimas burlescas de aquellas Cortes. (21) Puede leerse una brillante y entusiasmada descripción del aconteci- - miento en Pablo Clascar del Vallés: FeZicissima entrada aeZ Rey Nuestro Señor..• en Bonsoms, BBO y en B. N. Madrid, mss. 1.9B'1.

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