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l.O E, ZUDAIRE a la situación precaria de la Hacienda y expresa su confianza en la. cooperación generosa del Principado, se limita a precisar que otros les habían ya instruido sobre la naturaleza del servicio que él les proponía en términos generales. En el cuerpo de su peroración insistió principalmente, con ánimo de ganarles la voluntad, sobre su ardiente deseo de visitarles y de celebrarles Cortes, heredado de su padre, y de jurarles sus Constitu– ciones; y sobre la imposibilidad de cumplirlo hasta entonces, por las guerras que tuvieron que afrontar uno y otro en defensa de la Fe Ca– tólica. Enalteció los triunfos conseguidos, como los de Juliers, Breda y la Valtelina, y procuró darles a entender muy discretamente que él, más que ningún otro de sus predecesores, se veía obligado a confiar en su generosidad y en su fidelidad nunca desmentida, por los cuan– tiosos gastos que la defensa de sus Reinos, de Cádiz, de Africa, del Brasil, de Gibraltar y de las flotas de Nueva España, le habían oca– sionado y más particularmente la exaltación de la Fe Católica, prin– cipal objeto de todos sus desvelos, y la seguridad de la paz universal. Y aun cuando asuntos perentorios de interés común reclamaban su presencia en la Corte de la Monarquía, había preferido atropellar por todo no más que por complacerles en lo que tan instadamente le ve– nían suplicando. Llegaba a ellos con la mejor voluntad de conser– varles sus leyes y privilegios y aun de aumentárselos en cuanto fuese :posible; y con la esperanza de que ellos, emulando a sus mayores, acudirían a su Rey en la defensa contra sus enemigos, puesto que el Rey no se bastaba sin sus vasallos; "y menos yo, por la mengua de mi hacienda y de mi patrimonio, causada por las guerras sobredichas y por las que sostuvieron mi padre y abuelos" (23). Tal fué en sustancia el Discurso de apertura que, por vez primera, publicamos tomándolo de los Cuadernos de Cortes. No se pronunció en castellano, como sostiene aún cierto historiador moderno (24) ; ni debe confundirse con aquella efusión lírica, que Bofarull juzgó apó– crifa y ridícula (25) y Feliíi de la Peña y V. Balaguer insertaron como Discurso de la Corona (26) : "Catalanes míos! Vuestro Conde...". (23) "Propositio de las aorts: Juntament ab los Regnes...", AHCB, Serie XVI, ,Proces del Bras Real. Véase Apéndice II. (24) Carrera Pujal: Historia de Cataluña, I, p. 194. (25) Bofarull y Brocá, A.: Historia de Cataluña, XXIV, p. 207. (26) V. Balaguer: Historia de Cataluña, Barcelona, 1863, vol. IV, p. 281-283, ,inserta, con transcripción defectuosa, el apóstrofe "Catalanes míos!. ..".

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