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20 E. ZUDAIRE HUARTE tes. El desastre, cuando ninguno de los contendientes podia apuntarse una honrosa victoria, fue de los que hacen época. Con razón advertía Riche– lieu a Schomberg, días antes de la batalla, que los españoles del Rosellón eran en su mayoría gente bisoña. 58 Sólo unos pocos veteranos, arrimados a capitanes y jefes tan valero· sos como Cerbellón, Mortara, Juan de Arce y Juan de Campos, dieron en que entender a nuestros enemigos, hasta el momento de verse des· amparados. Las consecuencias, mayores en el orden político que en el militar, fue– ron irre.;;tañables. La brecha de desconfianza que entonces se abrió entre la Corte y Barcelona fue definitiva. El pueblo ignorante o mal intenciona– do -escribe Grau y Monfalcó- culpaba a los catalanes, por no reconocer la responsabilidad de los castellanos. 50 Los consejeros de Estado y Gue– rra, fundándose en los informes del duque de Cardona, trataron (aunque no lo llevaron a efecto) de exigir responsabilidades al Principado, por su falta de colaboración a la empresa. 60 El autor de las Guerras entre España y Francía ... 61 atribuye las apren– siones de •algunos catalanes» y su negativa a .:::ooperar, no a perfidia de ánimo, sino a emulación y competencia de adquirir renombre de defenso– res de sus leyes, a voluntad de reservarse para sí solos las guerras que hubiese en sus fronteras, a dudas sobre la aplicación del privilegio •Prin- 58 «Su ejército, a las órdenes de Cerbellón, constaba de 10.000 hombres de a pie, la mayor parte de bisoños forzados; y de 2.000 caballos y 24 cañones». Mémoires, llI, p. 212. 00 A. H. C. B., Cartas comunes, Grau y Monfalcó a los conselléres. Madrid, 17 de octubre de 1637. 60 A. G. S., G. A. 118§, Consejo de Estado y Guerra, 9 de oct11bre de 1637, en que se informa largamente sobre el mal suceso de Leucata y se da cuenta de lo que escribe el duque de Cardona sobre «la poca asistencia que el Principado de Cataluña havia he– cho o ninguna en tiempo que vieron tan empeñadas las armas de V. M.» Pareció al Con– sejo se sirviese S. Magd. mandar al de Aragón que formulase a la provincia determina– das preguntas sobre el particular. Y el Consejo de Aragón creyó oportuno hacer las si– guientes: «¿A qué tiempo se convocó la gente de la provincia? ¿Qué días llegaron los despachos a las universidades? ¿De qué medios usó el Virrey para esto?» A. C. A., Con– sejo de Aragón, 281, 24, Cons. 17 de octubre de 1637. Advierte ei autor de las Noticias de Madrid: «Es muy propio de la guerra echarse la culpa unos a otros», porque los que in– tervinieron en la facción se excusan con su obediencia a las órdenes emanadas de Ma– drid y los ministros de palacio, con que ni lo más elemental se observó. 61 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 2368, fols. 17-17 v. 104

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