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10 E. zunAmE HUAJIT!E pitulos con tan r:.oca atención de los ministros, que la justicia, las regalías y el Patrimonio de Su Majestad habían sufrido gran de– trimento. Como tampoco se enderezó el régimen administrativo de las Generalidades o impuestos que cobraba la Diputación para el servi– cio del Rey en el Principado, no cumplía dicha Institución con el fin para que había sido establecida, que era el de tener siempre en sus arcas considerable suma de dinero para subvenir a las necesi– dades del Rey y de la provincia. (18). Ahora bien: todo esto no podía rectificarse más que en Cor– tes, así porque muchas de las leyes y de las enajenaciones patri– moniales no estaban vigentes sino hasta la conclusión de las _pri– meras que se celebrasen, como porque en Cataluña era proposición asentada que el Príncipe no gozaba de plenitud de poderes sino en Cortes. HLa mano del Rey es poderosísima en Cortes, sin que la embarace la que tienen los estamentos, los cuales ruegan, suplican, pero no decretan ni mandan, como es notorio." Y siempre que en ellas se procedió por Justicia, alcanzaron los Reyes cuanto pudieran desear, porque en ningún tiempo como en éste recibieron más con– suelos los vasallos (19). Y ahora los necesitaban: las quejas por agravios, supuestos o reales, por contrafacciones y atropellos de usos y costumbres, habían pululado como juncos en marjal, cau– sando cierta común desazón. (18) En sus conversaciones con el embajador de Barcelona, Jerónimo de Navel, volvió a insistir el Protonotario sobre el mal uso que la Diputacló11 hacia de sus recaudaciones, despilfarrando las rentas que estaban destinadas a, la defensa y administración judicial de la Provincia. A. H. C. B., Carta,, comunas, 9 de abril y 7 de mayo de 1639. (19) Al hace1' el Protonotário estas afirmadones debió de recordar no, 1:;6!0 los: agravios que quedaron lacerantes en las Cortes de 1626-1632, sino los seis ca.pituios de Iv. Constitución 90, no decretada", en que los Estamentos pi-– dieron a Felipe IV dive,rsas mercedes ed honor y patrimoniales.