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EL CARDENAL INFANTE, VIRREY DE CATALU~A 43 Y ,faltó sobre todo, según la memoria justificativa que en 1640 diri,- . gieron los diputados al Pontífice, la flexibilidad suficiente para reco" nocer a Barcelona su preeminencia de Grande: esa fue la causa prin– cipal del fracaso y e~ principio de la inquina de los ministros de Su Majestad contra la sufrida e inocente provincia de C.ataluña (131) . .Con las primeras prórrogas de noviembre disolviéronse las Cortes de hecho, aunque, por una ficción jurídica, parecierl¡Ul continuarse. En Consejo de Estado se trató de que el Cardenal Infante y sus princi– .pales consejeros se dispersaran y volvieran a sus puestos o a ocupar otros nuevos. El serenísimo .D. Fernando, según viejit consulta, debe– ría pasar a Italia y Flandes; el Conde de Oñate, a Alemania; el Duque de Cardona volvería a ejercer su cargo virreinal en Cataluña; y el de Montenegro se haría cargo de las tropas acampadas en los Condados y de las guarniciones de los presidios y fortalezas. Grande alegría dieron al Cardenal con su nusvo destino (132), y grandes :prisas le dio el Conde-Duque porque llegara a él: HConfiesa {el Condé-Duque) que holgara se hubiera partido; pero ya que no es ido, que el ·día de ayer y hoy se puede temer se habrá perdido como los demás. V. Ma,gd. por este despacho no tiene ocasión de retardar el pasaje de Su Alteza" (133). _ Pudiera alguien maliciar, por la dureza de expresión, un resuello del supuesto odio.o del temor que dicen, siguiendo a Novoa, relacio– naba al Privado con el Infante. Él Dr. Marañón ha descolgado seme'" jante sambenito de los hombros del atlante. Algo muy diferente de las rencillas rastreras aguijoneaba entonces al Conde,-Duque: ¿ una guerra ofensiva?, ¿ una simple guerra defensiva, indigna, como ar·– .güía el de Oñate, de tan grande Majestad como la de Felipe IV? Ri– chelieu, tras el triunfo languedociano, se iba afirmando. en el poder y dominando sus resortes. Y ni Luis XIll ni Richelieu ignoraban la parte que España había tenido en la sublevación orleanista. Y uno y otro (131) Bibl. Vaticana, Barb. Lat. 8604, fol. 17; Barb. Lat. 4737, fol. 490, cap; m, confunde las dos jornadas reales de 1626 y 1632 y hace remontar a. una misma. fecha. ,(1682) la animosidad de catalufia. contra Olivares. No parece con•– cordar con el la.mento que hizo Barcelona por su regreso a Madrid, en compañia del Rey, a primeros de mayo. de 1632. (132) El cardenal Infante a Isabel Clara Eugenia. Barcelona, 5 de febrero de 163-3. A.AE , ibítl., vol. 17, fol. 139. (133) Sima.neas, Estado, 2652. Consulta del 2 de febrero de 1633. " Conde-Duque".

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