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40 E. Z:UDAIRE HUARTE recomendación y apoyo ante el Rey habían resultado estériles, más aún, contraproducentes. Barcelona se negó a cejar un punto, ni .si– quiera cuando su Obispo les rogó que alzaran el disentimiento, al menos provisionalmente, a fin de concertar los asuntos de justicia, pues continuar en la misma rigidez "significaba pertinacia y deservi– cio del Rey"; alzar temporalmente el disentimiento podía predisponer el ánimo de Su Majestad a la clemencia (120). · Opinaba el Marqués de Villafranca, fervoroso barcelonista y can– tor de su libertad (121), que no había sino comprarle el disentimientú con nuevos favores o concluir las Cortes, pues Barcelona había demos– trado que no se le daba un ardite por ellas. No era bueno mostrarles enojo, cuando los tiempos aconsejaban evitar complicaciones. En úl– timo caso, que viniera el Rey a remediarlo con su presencia. Unica– mente entonces podría conseguirse que se aprestasen al menos a salir en campaña, aunque sólo fuera dentro de sus fronteras, "porque a más no se han de alargar" (122). En contraste con el triunfo de Richelieu sobre el Duque de Orleáns y sus aliados (derrotas de Montmorency, de Gastón, del Duque de Lorena) y con la creciente amenaza francesa sobre nuestras provin– cias fronterizas, los pueblos y ciudades de Cataluña continuaban indi– fe:rentes a las súplicas de Felipe IV. Buen momento para que el Rey se arrancara de palacio y se llegara a Barcelona a proclamar el "Prin~ ceps namque" o servicio de hueste, con que se les obligara a prestar el socorro que de grado no se le quería conceder (123). El mismo temor de que expirara el tiempo de la habilitación (seis meses) sin haber conseguido cosa sustancial, aguijaba al regente Fon– tanet. En su opinión, era preferible continuar porfiando: que muriesen las Cortes sin concluirlas y se aplicaran remedios duros y eficaces: (120) AHCB, Delibs., 25 septiembre 1632. (121) Respondió el Marqués de Villafranca a la embajada que le hizo de bienvenida la ciudad, que estaba dispuesto por ella a andar de rodillas hasta derramar sangre, porque no sólo era hijo y originario de Barcelona y bautizado en la ,parroquia de Nuestra Señora del Pino, mas muy patricio de dicha ciudad, y "que estimaba en más ser hijo de Barcelona que Marqués de Villafranca, hon– rándose mucho de tener una patria que babia siempre conservado su libertad". DAOB, XI, 31 de octubre. Espiritu tan independiente como el Duque de Fernan– dina, hablaba con el corazón en la mano al exaltar la libertad barcelonesa. (122) Junta de Cortes, 30 de septiembre de 1632. ACA, OA, 277.59. "Voto del Marqués de Villafranca". (123) ACA, OA, 277.68. Consulta del 19 de septiembre de 1&32.
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