BCCCAP00000000000000000001070

18 EULOGIO ZUDAIRE HUARTE de Chichas (23 de diciembre de 1780) explica, sin nombrarle, su muerte en la horca por haber pertenecido al gremio de jefes (corregidores) que traían exasperados a los naturales con el fuerte yugo de tantos gravá- • '.Jr, menes y pensiones. En sendas cartas al cabildo de la catedral de Cuzco y al canónigo José Paredes de La Paz arguye que le mandó colgar cuando se percató de que Arriaga se enfrentaba con la Iglesia: «El ejemplar ejecutado en el corregidor de la provincia de Tinta lo motivó el asegurarme que iba contra la Iglesia, y para contener a los demás corregidores fue in– dispensable aquella justicia. , .. de mi orden ninguno ha muerto sino el corregidor de Tinta, a quien, para ejemplar de muchos que van contra la Iglesia, lo mandé colgar» (9). Alusión tardía a la polémica jurisdic– cional que durante la mitad del año 1780 había sostenido el corregidor Arriaga con el obispo Moscoso por ciertos desacatos cometidos en el pueblo de Coporaque con su cura, el goliardo don Vicente La Puente. Tal vez se ajustó más a la realidad, aunque las circunstancias tampoco le abonan, cuando intenta justificar su proceder criminoso con el corre– gidor de Tinta, porque sus excesivos repartimientos, tres veces superio– res a los permitidos por arancel, traían esquilmado al pueblo y porque con «su mal genio, elación y soberbia dio mérito a toda la provincia a fabricarle su ruina» (10). Que el coronel Arriaga no era precisamente -un manojo de mal:vas lo testifica alguien que tampoco estaba hecho de algodones, don Juan Manuel Moscoso y Peralta, obispo de Cuzco, el cual fingió temer sus acometidas (aunque los hechos lo desmienten) como de «las peores fie– ras de Libia». Si en Canas y Canchis o Tinta se despertó la codicia de don Anto– nio de Arriaga, lo ignoro. Por desinteresado le nombró el virrey Amat para el corregimiento de Tucumán, y por de poco monta estimó el vi– sitador Areche, que no le guardó ninguna simpatía, la denuncia de José Gabriel. Y si tal cual vez propinó una tanda de azotes como di- (9) Tupac Amaru al cabildo catedral de Cuzco: Campo de Ocororo, 3 de enero de 1781: AGI, Cuzco, 77, «Quaderno... del cargo 11», fols. 39-40; CDIP, 11-2, 379; y Boleslao Lewin, La rebelión de Tupac Amaru, pág. 546, introducen un pronominal absurdo, que no consta en documentos ni tiene por qué: «el decirme que yo iba contra la Iglesia... ». Antes de la rebelión, ¿quién y por qué iba a lanzar tal acusa– ción contra José Gabriel? José Gabriel al canónigo José Paredes: Chuquibamba, 26 de enero de 1781: M. Paz, «Diálogo», I, 329-332. ' • (10) José Gabriel a J. A. de Areche, Tinta, 5 de marzo de 1871: AGI, Cuz– co, 33, Proceso de Tupac, «Quaderno primero», fols. 207-216; CDIP, 11-2, 524.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz