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ANALISIS DE LA REBELION DE TUPAC. AMARU 71 Mas juzgó antijurídico, por ser pena reservada a determinados ca– sos, el corte de la lengua en vivo; tampoco se mostró de acuerdo con la incineración de los cuerpos de José Gabriel y de Micaela Bastidas y su dispersión por el cauce de un riachuelo, por ser castigo anejo a otra suerte de culpa. Sin embargo, al margen del dictamen acota José de Gálvez, marqués de Sonora: «En atención a la enormidad de estos delitos y demás circunstancias que intervinieron en este caso, aprueba el Rey lo que se hizo con los cadáveres, para terror y escarmiento público.» Y acomodándose la junta del consejo de Indias al parecer del virrey don Agustín de Jáuregui (sus cartas desde Lima, 13 de junio de 1781, al visitador Areche, y de 21 del mismo al rey Carlos III) modifica y templa ciertas disposiciones adicionales con que el comisionado José Antonio de Areche había pensado completar su actuación judiciaria, acerca de trajes y bailes lúgubres de los indios en memoria de sus incas, y respecto de sus árboles genealógicos, sus cacicazgos, que desea– ba abolir progresivamente, y sobre los métodos coactivos de incorpo– ración del indio a la civilización del mundo hispano. Su majestad, que por real orden de 8 de enero de 1782 había san– cionado la acción procesal del visitador Areche, en términos elogiosos, refrendó por su real despacho las conclusiones de la junta de ministros, con las acotaciones marginales del marqués de Sonora. Y el 26 de enero de 1784 se cursaron las reales órdenes correspondientes a los virreyes y gobernadores generales. Si se tardó más de dos años en adoptar unas normas relativas a los usos y costumbres de la población india, no medió uno de cavilaciones para prescribir una medida chocante. eri el siglo de las luces: el secues– tro de los Comentarios Rea/,es. Los procesos habían puesto de manifiesto que la obra del Inca Garcilaso de la Vega había alimentado el fuego insurrecciona! contra el dominio de la metrópoli hispana. El cacique Manuel Pablo Guarnan Sulca pone en guardia a Tupac Amaru contra los chapetones que le acompañan, «porque éstos jamás miran el bien por que se les trata, como V. S. verá por el libro que despacho, como lo mataron al prín– cipe Tt!pac Amaru, ascendiente de V. S., no mirando el bien que les hizo; y solamente remito el dicho libro, para que V. S. tenga mucha cautela en las guerras» (139). Tupac fue lector cisiduo de lús Comen- (139) AGI, Cuzco, 33, «Autos José Gabriel Tupac Amaro», fol. 35 (orig.): Cru– cero, 9 de diciembre de 1780. ·
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