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ANALISIS DE LA REBELION DE fuPAC AMARU 15 reales cajas los tributos recién recaudados desafió los riesgos del ano– checer, veloz en aquellas latitudes. José Gabriel, que no menos galante que el de Yanaoca le había invitado a su casa de Tungasuca, se le hizo el encontradizo no bien se perdió de vista la población. No estaba solo. Al zambo Oblitas había obligado a presentarse con una montura bien enjaezada; un bwen pu– ñado de parientes y de amigos rodeaban al cacique. Lo extraño del caso es cómo llegó a barruntar el corregidor sus aviesas intenciones, a za– farse de la trampa y esconderse entre unas rocas o apacheta. Dicen que una india delató su escondite, en donde le sorprenderion, le echa– ron un lazo al cuello y lo derribaron por tierra. Después de bien ama– rrados Arriaga y Bermúdez les condujeron con sus esclavos negros a lo alto de un cerro, en donde les tuvieron guardados hasta entrada la noche. José Gabriel, como si fuera ajeno a la obra. de sus esbirros, se mantuvo a distancia con su hermanastro Juan y con su cuñado Antonio Bastidas por evitar interpelaciones del corregidor. A horas de total soledad y silencio comparecieron en Tungasuca, y bien sujetos con esposas y grilletes quedaron los prisioneros en las celdas carcelarias que anticipadamente había hecho construir José Gabriel Tupac Amaro intramuros de su casa (3). Mucho debió de extrañar a don Antonio de Arriaga la conducta tan alevosa de quien nunca había dado muestras de guardarle animosi– dad. El doctor López de Sosa, compadre de José Gabriel y muy su amigo, decla• ante el tribunal del obispo Moscoso y posteriormente ante el oidor Mata Linares que la amistad de ambos, cor,egidor y ca– cique, parecía franca y cordial, sin celajes de tormenta. Y bien lo ve– nían mostrando uno y otro en sus mutuas dyferencias: Arriaga, con anticipos de dinero y moratorias para su reintegro; José Gabriel, con añoranzas por su forzada ausencia. y con el envío de un torito y de unos corderos para que el corregidor pudiera tomarse un buen asado a su salud, pues le constaba que no era sabrosa la carne que se expen– día en la capital (4). El escribano Bermúdez traicionó más tarde a su jefe, puesto que desde el día 5 de noviembre se prestó a simular la (3) Por ahorrar enojos con el empedrado de citas, remitimos al estudio que pu– blicó la Institución «Príncipe de Viana»: Eulogio Zudaire Huarte, Don Agustín de Jáuregui y Aldecoa, Virrey del Perú, Pamplona, 1979. (4)' José Gabriel Tupac Amaru a Antonio Arriaga: Tungasuca, 22 de marzo y 18 de agosto de 1780 (orig.): AGI, Cuzco, leg. 33, «Autos seguidos contra JGTA», fols. 124 y 126. Declaraciones del Dr. López Sosa, ibíd., fols. 93 y sigs.

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