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ANALIS!S DE LA REBELION DE TUPAC AMARU 57 Digno de notarse en esta carta: se retiró del cerco de Picchu, por– que temió ser atacado por la espalda; reclama por dos veces sus dere– chos hereditarios al reino peruano; se siente capaz de desafiar cuantos ejércitos se le pongan delante. El choque frente al Cuzco había sido más largo que sangriento, pues ninguno de los contendientes se aventuró a cruzar la quebrada que se interponía. Las fuerzas de oposición habían tenido que mante,. nerse a la defensiva, porque ni la junta de guerra ni los corregidores habían recibido otros refuerzos que los 200 pardos libres, capitaneados por el coronel don Gabriel de Avilés. Sin embargo, alude José Gabriel Tupac Amaru a d¾stacamentos despachados desde Lima. No hubo Her– mes tan veloz como los mensajeros del cacique de Tungasuca. En efecto: por los días en que respondía al canónigo Paredes, acababan de llegar a Huamanga (hoy Ayacucho) los 400 hombres del ejército regular que la autoridad virreinal había puesto a las órdenes del maris– cal de campo, don José del Valle y Torres, en auxilio de las angustia– das demandas del Cuzco. 7. REACCION VIRREINAL Hasta el 24 de noviembre no se tuvieron en Lima noticias sobre la rebelión. El virrey, Agustín de Jáuregui, convocó inmediatamente a los magistrados de la real audiencia y a los militares graduados de la pla– za; y de acuerdo con ellos despachó circulares urgentes a los corregi– dores por cuyas provincias había de pasar, con sus 200 pardos limeños, el coronel don Gabriel de Avilés, para que engrosaran sus filas; sus reatas y su intendencia. De armas de fuego y municiones no iban mal provistos. Cuando, por el embajador de la junta de guerra del Cuzco, coronel de milicias don Pedro Vélez, llegó a saberse el desastre de San– gárará y el terror pánico de las minorías cuzqueñas, se tomaron varias providencias: abolición de los repartimientos, tenidos por causa prin– cipal de la subversión; el bando de perdón a cuantos desamparasen el bando del rebelde; los apremios· cursados al virrey de Buenos Aires, don Juan José de Vértiz, por sus súbditos rebeldes del Collao; y la expedición de 400 soldados, entre veteranos y de milicias, con sus jefes y oficiales., bien pertrechada. «La gente es escogida y bien armada, con abundante provisión de pertrechos y provisiones, según el virrey ha tenido por conveniente», informan los magistrados de la real audiencia

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