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56 EULOOIO ZUDAIRE HUARTE Puesto que interesaban al canónigo las andanzas de José Gabriel Tupa.e Amaru, y sobre ellas preguntaba a su amigo el canónigo peni– tenciario del Cuzco, don José Pérez Armendáriz, se interpone el inte– resado para explicarle su triunfo en Sangarará, cuya iglesia niega haber incendiado. No pretende con su empresa sino librar a los indios de tantos abusos introducidos por los europeos, y principalmente por los corregidores. Ahorcó al de Tinta «para ejemplar de muchos que obra– ban contra la Iglesia». Le consta que en Cuzco están apercibidos con su tropa bien disciplinada. «Lo que encargo es sea bien gruesa, y que así se una con la de Lima, la de la Costa, aunque discurro que para mis fuerzas era necesario reduplicar las armas.» En hecho de verdad, la ciudad del Cuzco se halla cercada por once provincias de gente armada a sus órdenes; y si aún se mantiene en pies «es porque obro como cristiano, procurando con piedad, haciendo porque no dejen aso– lada la ciudad y en ella los conventos, monasterios, monjas, mujeres y criaturas y también porque estando esto en este estado, me partí a buscar a vuesas mercedes, que me decían venían en mi solicitud, por cartas que me mandaron mis espías y centinelas que tengo en estos lugares». En Lima, pese a que consta por instrumentos «mi descenden– cia de los Reyes Ingas de este Reino, de quienes soy heredero legítimo y único», y a que lo reconocieron ea su real audiencia, «nunca quisie– ron declararme enteramente. .. Todo lo que me ha precisado a reparar lo que es de mi obligación, pues.. . quiero hacer algún mérito para que con el atento a la obUgación -que me asiste, de mirar y amparar a los del Reino, aunque perdiera mil vidas si las tuviera, pues es en alivio del bien común». Cuando desde Ocororo envió su primera embajada, el señor obispo quiso entrevis,tarse personalmente en el real de su acampada, pero se lo impidieron los malvados chapetones (110). «Tengo hecho informe a Su Majestad, representándole mi designio y prometiéndole adelantar otro tanto de lo que daban los ladrones del Reino... Todo esto se ha procurado por ser mi obligación hacerlo, por ser último descendiente del Rey último del Perú y su heredero; y no había quien se dedicase a librarlos de la mano del Faraón» (111). (110) Puntual servicio de postas. El 24 de enero le habia escrito, desde Tinta, Micaela Bastidas que, cuando la jornada de Picchu, «estuvo el Señor Obispo esa misma tarde en su silla de manos para subir y hablar con vuesa merced, pero que también se lo embarazaron con el pretexto de que le podía matar una bala»: AGI, Cuzco, 32, «M. B.», fol. 91. Y el 26 podía José Gabriel hacerse eco de dicha noticia. (111) Chuquibamba, 26 de enero de 1781: Melchor Paz, Diálogo, I, 329-332. •

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