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~ 14 EULOOIO ZUDAIRE HUARTE el Tupaj Amaru (1). En lo que parecen estar de acuerdo todos es en negar por equivocada la etimología propuesta por el inca Garcilaso en su Comentarios Reales, en que se interpreta Tupac con significado de "' «resplandeciente» y Amaru con el de «serpiente» monstruosa (2). El día 4 de noviembre de 1780, fiesta onomástica de Carlos III, cumplió la costumbre de solemnizada en su casa el cura. de Yanaoca don Carlos Rodríguez Dávila, fundiéndola con la suya personal. Invitó a su mesa, entre otras gentes de pro, al corregidor o gobernador de la provincia de Tinta, coronel don Antonio de Arriaga; a su inmediato superior, el doctor don Antonio López de Sosa, cura de Pampamarca; ,. al cacique de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, don José Gabriel Condorcanqui (a) Tupac Amaru, y al coadjutor de Surimana, don llde– fonso Bejarano. Aderezó la comida el zambo cuzqueño Antonio Oblitas, que se ., había despegado del servicio del mencionado cacique porque tardaba en abonarle la obra decorativa realizada en su casa de Tungasuca. Entrególe el anfitrión cuatro pesos por su labor culinaria. Los catedrá– ticos mejor pagados de la Universidad de San Marcos no cobraban tres al día. Terminada la refacción, el corregidor Arriaga, que acababa de lle– gar tras unas fatigosas jornadas tributarias de los altos de Pichigua y que no había renunciado a sus hábitos españoles, debió de ~retirarse para su siesta veraniega al domicilio de la cacica Catalina. El cura de Pampamarca, doctor López de Sosa, quedó en Surimana a petición de su ayudante doctrinero, aquejado de mal de ojos, y el cacique de Tun– gasuca, Pampamarca y Surimana se perdió entre las calles angostas de Yanaoca con el pretexto de asuntos inaplazables. Mediada la tarde encaminóse Arriaga con su escribano Bermúdez y con dos esclavos negros hacia su residencia de Tinta. Rehusó gentil– mente el hospedaje que por ser hora avanzada le había brindado el cura Rodríguez; montó en su mula baqueana y con la euforia de unas horas gratamente vividas y con su preocupación por asegurar en las (1) «Los designios de las autoridades estaban orientados a extinguir con la muer– te o con el destierro a los Tupaj Amaru», escribe Teodosio lmaña Castro en «Ansel– mo Tupac Catari, hijo de Julián Apaza o Tupaj Catari... », V Congre!,O de Historia Americana (Lima, 1972), págs. 122 y 125. También lo hacen Marcelo Grondin, Tupaj Katari y la rebelión campesina de 1781-1783, Oruro, 1975, y Augusto Guzmán, Tupaj Katari (Julián Apasa), México, 1943. (2) Biblioteca de Autores Españoles, vol. 133; Madrid, 1960, págs. 139, 240, 291, 303.

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