BCCCAP00000000000000000001070
ANAUSIS DE LA REBELION DE TUPAC AMARU 43 de apresar al caballero Parada y al corregidor de Lampa, Vicente Ore, les previno oportunamente; al mayordomo, por haber entregado a un primo suyo, Simón Noguera, que fue ahorcado en Lam¡:n, y a Miguel de Urbiola por corregidor de Carabaya. El 6 de dicienbre entró en Ayaviri, en donde taló los campos y destruyó el ganado de algunos vecinos españoles (77). Indios y mestizos estaban a su mandato. ¿Por qué no se lanzó luego de Sangarará contra la desconcertada y amilanada ciudad del Cuzcó? ¿Por qué ese cabalgar presuroso? Opina el cacique de Coporaque, Eugenio Canatupa Sinar,yuca, adlátere simulado del de Pampamarca, que retrocedió a Tungasuca por falta de elementos para el asalto. Temor extraño cuando blasonaba Tupac Amaru 'He tener a sus órdenes entre 40 y 60.000 incondicionales. Declara por su parte el sargento mayor de Paruro, don Juan Ant::mio de Figue– roa, que, merced a su arte y a su predicamento, logró disuadirle del ataque con la especie figurada de haberse provisto la ciudad de caño– nes, fusiles y pólvora cuando la conspiración abortada de Farfán de los Godos, y que cada casa era una fortaleza; de los ocho pedreros que formaban su parque artillero, al menos la mitad los había fundido el propio Figueroa por orden del corregidor (78). Tuvo que impresionarle sin duda el.informe de aquel experto prisionero, que le arreglaba fusi– les y escopetas, fabricaba munición y fundía cañones para el rebelde y que había sabido granjearse el aprecio de toda la indiada. Resulta con todo extraño que se dejara vencer por unos argumentos a los que ni su mujer Micaela Bastidas había dado crédito. Estaba tan conven– cida del desarme y de la ruina moral del Cuzco que, en ausencia de su marido, intentó dar el asalto. Y asegura el mismo Figueroa que apenas bastó todo el ardid de su ingenio para convencerla de que inútilmente iba a jugarse la vida en aquella temeridad. No se explicaba la cacica de Pampamarca el proceder caprichoso de su marido. «Harto te he encargado que no te demores en esos pt1e– blos, donde no hay que hacer cosa ninguna.» Decía de él su hijo Hipó– lito que «en todas partes se hacía guapo y capitán». Pero tal lozanear inquietaba a doña Micaela por la mala consecuencia de abandono y desidia en el objetivo principal. «Bastantes advertencias te di para que inmediatamente fueses al Cuzco, pero has dado tocas a la varata, dándoles tiempo para que se prevengan, como lo han hecho» (79). (77) Melchor Paz, Diálogo, I, págs. 259 y sigs.; CDIP, págs. 404 y 415. (78) «Autos seguidos a Dn. Juan Antonio Figueroa»: AGI, Cuzco, 32. (79) «Chepe mío. Tú me vas a acabar de pesadumbres, pues andas muy despacio
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz