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36 EULOGIO ZUDAIRE HUARTE campaña contra los eclesiásticos y sus prelados, que, con olvido del verdadero Dios de cielos y tierra, se coligaron «con esos declarados zánganos, ladrones del panal de sus abejas» y los protegieron «desde la cátedra del Espíritu Santo con sus predicamentos falsos». En ad~ lante no habrá otros párrocos y doctrineros que los que Tupac nom– brare (56). Sobran testimonios acerca de la exigencia y cobranza de tributos (Carabaya) y de la usurpación de honores debidos al monarca o a su alter ego, como el de ser recibido por los sacerdotes (Guaro, Livitaca, Andahuailillas, Oropesa... ) bajo palio, con cruz alzada y ciriales y ves– tidos con capa coral, ofrecerle agua bendita al entrar en la iglesia, «ex– poner a nuestro Amo» y, después de las preces, pedir su venia para la reserva del Sacramento. Proyectaba hacer su palacio del que fuera colegio de la compañía, dictar leyes, nombrar duques, marqueses y con– des y aligerar de escribanos y picapleitos el procedimiento judicial (57). Culminan tales alardes de soberanía · por su circunstancia en las órdenes que, cuando estaba preso y esposado y a merced de la autori– dad militar, cursa a sus partidarios para el cese de hostilidades: «Edic– to a los coroneles, comisionados, capitanes y jueces y demás jefes de mis Dominios en las provincias de Tinta y Cailloma» y a sus jueces y comisionados en las de Lampa, Carabaya, Azángaro, Collaguas, Puno, Paruro y Chumbivilcas (un edicto por cada provincia firmado de su puño y letra): que se retiren a sus casas con infinito agradecimiento a Dios por haberse conseguido la supresión de repartimientos, aduanas y otras pensiones, y que, si no lo hacen, «serán castigados por inobe– dientes y desagradecidos a beneficio tan grande con la severidad más fuerte descargando nuestro Monarca todo el brazo de su justicia sobre ellos». Con especial, «encargo, con todo el amor que les debo, a espa– ñoles e indios se amen unos a otros sin perjudicarse en sus personas ni bienes, antes unidos y conformes se presentarán en la presencia del Sr. Inspector General para que les restituya en la obediencia que le tienen violada. Campo de Tinta, Abril y 8 de 1781. José Gabriel Thpa Amaro» (58). Más que por triunfos efímeros, como la sorpresa de Sangará o la celada en los altos de Pisac (25 de enero), se abroqueló José Gabriel (56) Proclama de 7 de febrero de 1781: AGI, Cuzco, 33, l. c., fol. 205. (57) AGI, Cuzco, 33, l. c., fols. 8v-12, así como los procesos de Antonio Basti– das, Ramón Ponce, Pedro Venero, etc. (58) Ibíd., fols. 114-115 y 117-119.

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