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ANALISIS DE LA REBELION DE TUPAC AMARU 33 del Cuzco antes de que se ajusticiaran en ella a los siete que ahorcaron [conspiradores con Lorenzo Farfán ahorcados el 30 de junio de 1780], . lo cual igm~lmente hizo para Arequipa, Chuquibamba y otras partes que ignora el indio que los llevó; que los de esta ciudad (Cuzco) los vino a fijar un indio llamado Narciso Puyucahua, del pueblo de Pam– pamarca», pariente quizá de Micaela Bastidas Puyucahua ·(44). No pa– rece tratarse de pasquines, aunque supone Hipólito Tupac Amaru que se fijaron en lugares públicos; el material empleado (lienzo) y la diver– sidad de tintas, al modo de los quippos, inclinan a pensar en consignas secretas a diversos conjurados. El visitador Areche, excepto el oidor Mata Linares, sin rival en diagnosticar la rebelión tupamarista, describe a José Gabriel Condorcan– qui como «hombre de refinada malicia, silencioso, ladino y papelista» (o amigo de pleitos), que, para realizar sus planes sediciosos, se pre– sentó como el liberador de las opresiones que se padecían por causa de los jueces de las provincias y, para alucinar más a la plebe, daba sus órdenes de matar a los corregidores en nombre de su majestad e im– ponía pena de horca a quien las repugnara, pero que se había marcado como meta definitiva el dominio de unos territorios que «bárbaramente creía usurpados por el Soberano» (45). De sus manifiestos, cartas y soflamas, si no se repara en sus ataques 'contra todo español europeo (chapetón), de que ya no exceptúa ni a curas ni a sus prelados (46), apenas puede colegirse tan indiscutible y clara ambición política. Sin embargo, fue la principal que entre retóricas de reivindicación social (que no se silencian) entrevieron sus coetáneos. Con fecha 15 de noviembre de 1780 invita Tupac Amaru al pr9vi– sofil'i'y vicario general de la diócesis del Cuzco, doctor José Domingo Frías, a colaborar con todo su clero en la empresa recién alumbra– da con el fin de liberarse «de la inucha opresión en que los señores europeos nos han puesto con tanto libertinaje que ya no había paciencia humana para sobrellevar tantos trabajos». Al censurar dicha carta el promotor fiscal del obispo, doctor Miguel Iturrizarra, luego de absol– ver de sospecha al canónigo Frías, se vuelve contra el doble juego del (44) AGI, Cuzco, 32, «Autos seguidos contra I Ypólito Tupa Amaro», y AGI, Cuzco, 77, n. 57, fol. 16v del «Quaderno... del cargo 11». (45) Areche a José de Gálvez, Lima, 23 de junio de 1783: AGI, Lima, 1086. (46) Manifiesto de 7 de febrero de 1781: «Auto$ contra José Gabriel Tupa Amaro», fol. 205; AGI, Cuzco, 33, Apéndice. 3 •

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