BCCCAP00000000000000000001059

CLARA DE ASÍS EN LA TIPOLOGÍA HAGIOGRÁFICA 285 De regreso a Roma, Inocencio IV decretó la iniciación del proceso de canonización, comisionando al efecto al obispo de Espoleto; entre los «testigos» que formaban parte del tribunal figuraban tres herma– nos menores particularmente relacionados con Clara: León, Ángel y Marcos, éste como capellán def monasterio; pero ningún religioso de la primera Orden fue llamado a declarar. El mismo Rainaldo, sucesor de Inocencio IV con el nombre de Alejandro IV, la canonizaría en Anagni en 1255. La bula de canonización, de 26 de septiembre de ese año, mandaba que la fiesta de la nueva Santa se celebrara en toda la Iglesia el 12 de agosto, al mismo tiempo que concedía una indulgen– cia especial a cuantos visitaran su tumba el día de la fiesta o durante la octava, «con el fin de que su festividad se celebre con mayor solemnidad» (BAC 126s). No parece que se ocupó del culto de santa Clara el capítulo general inmediato, celebrado en 1257 en un clima de tensión por causa de la renuncia de Juan de Parma, impuesta por el papa. Fue el de 1260, celebrado en Narbona bajo san Buenaventura, el que orde– nó: «Celébrese el Oficio doble de santa Clara, como lo ha mandado el papa, y su nombre sea inserido en la letanía». No es claro si la mención del mandato del pontífice se refiere al texto citado de la bula de canonización o, más bien, a una imposición expresa de Alejandro IV al capítulo, como parece afirmarlo un dato recogido en el Speculum Minorum. El siguiente capítulo, celebrado en Pisa en 1263, precisó que el rito había de ser de doble mayor, esto es, a nivel de las festividades más solemnes del calendario franciscano; pero prohibió la celebra– ción con octava. El capítulo de Lyón de 1272 hizo otra puntualización, relativa a la segunda parte del decreto de Narbona: la inserción del nombre de santa Clara en las letanías debía hacerse, no sólo en las del Breviario, sino también en las del Sábado Santo y en todas las demás. El mismo capítulo ordenó que en todos los «lugares» se tuviera la Leyenda de la Santa. El Oficio rítmico se compuso a fines del siglo xm. El capítulo de 1340, celebrado en Asís, añadió la invoca– ción de santa Clara en la conmemoración del Oficio ferial, después de la de san Francisco y de la de san Antonio. Finalmente, el capítulo de B.arcelona de 1357 decretó la celebración de la Traslación de santa · Clara el 2 de octubre. No fue pacífica en todas partes la aceptación del culto de santa Clara. En Viena, por ejemplo, parece que suscitó lá. emulación de la familia dominicana. Existe una bula de Alejandro IV, celoso de la

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz