BCCCAP00000000000000000001059

CLARA DE ASÍS EN LA TIPOLOGÍA HAGIOGRÁFICA 281 hallaba en el vigor de sus 34 años aproximadamente, al frente de medio centenar de hermanas, contiene el testimonio más antiguo y más preciso del concepto que se tenía de la santidad de ella y del espíritu que reinaba en el reclusorio de San Damián. Tomando pie del relato de la restauración de la iglesita de San Damián, al comienzo de la conversión de Francisco, escribe: «Este es el lugar feliz y santo en que ha tenido origen la gloriosa religión y excelente orden de las damas pobres y vírgenes santas por obra de san Francisco... ; y la piedra fundamental, preciosísima y segura, sostén de las otras piedras que luego han sido sobrepuestas en la construcción, es madonna Clara, oriunda de Asís. En efecto, habiéndose convertido a Dios por las exhortaciones del Santo, ha servido de edificación a muchos y de ejemplo a innumerables personas. »Noble por su linaje, más noble por la gracia; virgen en el cuerpo, castísima en el espíritu; jovencita por la edad, pero madura de alma; constante en su decisión y llena de ardiente deseo en el divino amor; dotada de sabiduría y aventajada en humildad: Clara de nombre, más clara por la vida, clarísima por sus virtudes ...». Sigue un prolijo elogio de la unión fraterna, la humildad, el retiro, el espíritu de pobreza, la experiencia de la contemplación y demás valores que el biógrafo ha podido observar de cerca en la comunidad de San Damián (1 Cel 18-20). Nuevamente aprovecha la ocasión del llanto de las damas pobres ante el cuerpo exánime del Padre amado, el 4 de octubre de 1226, para reiterar el elogio de Clara. Atribuye otra vez a Francisco el mérito de haber sido el «plantador» de la rama femenina, y prosigue: «En ese momento madonna Clara, verdaderamente clara por la santidad de sus merecimientos, primera madre de las demás por ser la primera planta de esta santa orden, vino con las demás hijas a ver al Padre, que ya no les hablaba ni vendría ya a verlas... » (1 Cel 116s). Ignoramos cuál pudo ser la reacción de Clara al verse casi canoni– zada en vida en la primera biografía de su amado padre. Lo que sí cabe suponer es en qué grado debió de contribuir esa página a difundir la fama y aun la imagen de la abadesa de San Damián como realización femenina de los ideales de Francisco, ejerciendo con ello el influjo, que más tarde pondrá de relieve la Leyenda de la Santa, en la aspiración general a una vida religiosa más profunda (LCl 10s). Por el segundo texto parece que, ya entonces, Clara usaba declinar el honor de ser considerada como fundadora, llamándose simple plantita del Padre Francisco.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz