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CLARA DE ASÍS EN LA TIPOLOGÍA HAGIOGRÁFICA 273 aceptable, con un sentido sorprendente de responsabilidad autóno– ma. Hay capítulos donde el alma de la fundadora se transparenta en toda su grandeza; son precisamente los que mejor expresan la fideli– dad al ideal evangélico de Francisco, profundizado ulteriormente y formulado con exquisitez femenina. Ese sello personalísimo aparece, principalmente, en el capítulo segundo, sobre la admisión y forma– ción, en el cuarto, sobre el oficio de la abadesa y la corresponsabilidad de las hermanas, en los tres capítulos relativos a la pobreza y al trabajo -sexto, séptimo y octavo--, en el noveno, sobre la corrección de las culpables y sobre las hermanas externas, en el décimo, sobre el clima interno de obediencia caritativa y de compenetración en la fra– ternidad. Es cierto que no faltan otros capítulos más impersonales, de cierta frialdad disciplinar; son los que recogen las normas canónicas ya existentes sobre la clausura; pero aun en ellos ha logrado Clara introducir incisos en coherencia con el resto de la Regla. Así en el capítulo segundo, cuando da un amplio criterio general o pauta de discernimiento sobre las causas de salida del monasterio (RCl 11, 13); en el tercero, cuando dispone la entrada del capellán en clausura en los días de comunión con el fin de «celebrar dentro para sanas y enfermas» (RCl III, 15); en el quinto, donde exceptúa la enfermería de la norma general del silencio «para recreo y servicio de las herma– nas» y cuando, dejando de lado la norma del silencio continuo, de origen cisterciense, que venía desde el estatuto de Hugolino, dispone: «Pueden siempre y en todas partes comunicarse brevemente y en voz baja lo que fuere necesario» (RCl V, 3s). El aspecto que, a mi modo de ver, llama más la atención al examinar detenidamente la Regla de santa Clara es la imagen que emerge de una fraternidad femenina que vive gozosamente la pobre– za liberadora, en sencillez y unión de corazones, en un clima de confianza recíproca, bajo la guía de la madre y sierva, cuyo dechado describe delicadamente en el capítulo cuarto. 8 Las cartas a Inés de Praga revelan la personalidad humana y espiritual de Clara.-Aun a través de la forma literaria del latinista, que no ha dejado de poner su huella de tópicos clericales, no puede menos de captarse la riqueza de sensibilidad y de afectividad, tierna y noble, del corazón de una mujer plenamente realizada. Más aún aparece la riqueza de su espíritu, sobre todo cuando, en párrafos 8 Cf. L. IRIARTE, Letra y espíritu de la Regla de santa Clara, Valencia 1975.

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