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CLARA DE ASÍS EN LA TIPOLOGÍA HAGIOGRÁFICA 297 de Clara, tanto que, si no fuera por el vestido, ceñido con el cordón, y por la inscripción al pie, la tomaríamos por auténtica representación de la Virgen María. Y tal vez es legítimo suponer en el pintor la intención de expresar la tipificación que ya conocemos --Clara altera Maria-, si la figura de la Santa, según la hipótesis del P. Bracaloni, formaba correspondencia a otra grande tabla que representaba la Virgen, correspondencia patente en los frescos de las enjutas. Clara sostiene con la mano izquierda el asta de una cruz potenzada, en rojo vivo, hacia la que señala con la mano derecha. La imagen está flanqueada a ambos lados por ocho escenas de la vida de la Santa, que contrastan por su exquisito realismo con el hieratismo de la figura central. Mayor intento retratista se observa en el fresco de la capilla del Sacramento, donde Clara es representada, junto a otros santos y santas, con el lirio, símbolo de la virginidad, en las manos. El hábito y el manto son, sin duda, los que se usaban en la comunidad del protomonasterio; el velo negro, forrado de blanco, deja ver todo el rostro y el cuello, ya que en ninguna de las representaciones de Asís, de fines del siglo xm y principios del xrv, aparece todavía la toca, prenda monástica de rango social no mencionada por la Santa en su Regla. El rostro de Clara es más bien juvenil, la mirada ingenua, pero muy expresiva. Si no por la intención de darnos un retrato, sí al menos por el realismo de la escena y por la historicidad de la forma del hábito, asimismo sin toca, merece una mención el fresco de Giotto en la basílica superior de San Francisco: Clara abraza al cuerpo exánime del Padre venerado, acompañada de las hermanas que lloran descon– soladas. Puede suponerse cierta fidelidad retratista en el maravilloso fres– co de Simone Martini que figura en el arco de ingreso a la capilla de San Martín en la basílica inferior: Clara, de edad madura, con el lirio en la mano, hábito y manto amplios, el velo negro forrado de blanco, sin la toca. Por su expresividad es notable otra pintura, atribuida a Giotto, existente en la iglesia de Santa Croce de Florencia. La Santa, con el lirio en la mano, deja ver el rostro que asoma por entre la blanca toca, conforme al uso de las clarisas urbanistas; es de notar la viveza de la mirada y el movimiento expresivo de la boca entreabierta. En un principio el atributo iconográfico, aun fuera de Asís, es el

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