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1 . EL «SALMO NAVIDE~O» DE S. FRANCISCO 263 nuestros conocidos y populares belenes, con sus gráficas figuras que van acercándose paulatinamente al portal, aparecieron bastante más tarde, a partir del siglo XVI, como una derivación de esas esceni– ficaciones sacras. Su difusión se debe más a los jesuitas que a los franciscanos. 7 Así pues, con la escenificación de la Nochebuena, Francisco se halla, por una parte, dentro de la corriente de su tiempo; pero, por otra, la vinculación de esta representación con la eucaristía es un elemento nuevo y presenta rasgos singulares e inimitables que hay que agradecer a las dotes de simplicidad e improvisación de Francis– co. Toda su celebración litúrgica cuasidramática está impregnada de la experiencia y transmisión de la fe de Francisco, tan personal, global y sensible. Aquí y en la universal popularidad del Santo radica el que la voz popular quiera presentarlo como el introductor y difusor del belén. Pero el Pobrecillo de Asís no tiene necesidad de esta falsa gloria. En todo el magnífico resplandor de Greccio, en toda la admiración de aquella maravillosa celebración escenificada por Francisco, debe– mos tener muy presente su Salmo Navideño, serio, sereno, que nos invita a la imitación y el seguimiento: Francisco y sus hermanos lo recitaban varias veces al día durante todo el tiempo de Navidad, y aquel salmo-meditación iba acompasando su jornada y produciendo en su vida cotidiana lo que en Greccio floreció en fiesta inolvidable. Traducción: Fr. Simón Zuska, OFM Fr. Rtibén Camps, OFM 1 7 R. BF.HIJNER,Die Weihnachtskrippe, Munich 1955; O. ScHMUCKI,Das Geheimnis der Geburt Jes11,, p. 285.

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