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-31 El tema central del cursillo del año prox1mo será la adaptación de las medí· taciones fundamentales de los Ejercicios a las misiones populares. No se trata ele reformar en nada el modo tradicional de nuestras m1s10nes, sino de comuni– carh,s toda su e:"icacia mediante un esbdio detenido del fruto general que en ellas se ha de conseguir y el fruto particular de cada acto. Como i."ma marginal' se estudiarán las relaciones entre la espiritualidad fran– dscana y los Ejercicios de San Ignacio, distribuyendo para el año próximo los siguientec, temas: 1. 0 ) Influencias franciscanas en el libro de los _Ejercicios y <ell la espiritualidad personal de San Ignacio. 2. 0 ) Puntos de contacto y divergendas entre la espiritualidad ignaciana y la espiritualidad franciscana. 3. 0 ) ¿ Ex:sten Ejercicios de tipo franciscano'? En &tro cursillo posterior se podrá estudiar el punto de mayor interés: <,Re– cursos franciscanos para lograr el fruto de las diversas partes de los Ejercicios». A contiwrnción el P. Ildefonso de Bilbao tiene unas palabras de sentido agra– decimiento a don Angel Suquía, manifestándole la satisfacción de que dan mues– tras todos los cursillistas, y le invita a hablar de la génesis de la obra de los Ejercicios entre el clero de la diócesis de Vitoria. Don Angel accede y expone brevemente COMO NACIO LA OBRA DE EJERCICIOS El .alma de esta obra fué don Rufino Aldabalde: él formó los directores de Eji"rcicios y preparó el gran desarrollo actual. Don Rufino vió la necesidad de poner como base un ideal elevado: el ideal ¡sacerdotal: Pero esto es demasiado abstracto: para mantener vivo y operante E'l sacerdocio se necesitan estímulos; y no hay otro estímulo más eficaz que el de los Ejercicios espirituales; aquí es donde más siente el sacerdote su propio ser y lo que más anima a la propia santificación. Don Rufino tuvo q•Je vencr➔r.· grandes dificultades; incomprendido en el mismo seminario, del que era director espirit·1al, y hecho sospechoso a los superiores, nec.esitó ·extraordinario tesón y tacto para seguir adelante. La. opmoición tenía que venir desde el momento que él se lanzaba a formar una selección; se achacé a los seminaristas del grupo de don Rufino ligereza, falta de estudio serio; Ptc; pero con el entusiasmo de sus incondicionales, la obra fué adelante. Era labor eminentemente individual. Don Rufino se fiiaba en los seminaris– tas de buen talento natural, no precisamente brillante, hombres de rob:ista sa:nd espiritual, capaces de en:frentarse con toda clac1e de ambientes y de superail<Js. Exigía además cierta reserva, muy natural en aquellas circunstancias. Seleccionados así en cada curso los que le parecían más indicados, comenzaba la formación espiritual individual con miras a hacer de ellos perfectos directorps de Ejercicios. Su dirección era sobria, a fuerza de golpes y de exigencias arduas Pero juntamente se preocupaba de la formación colectiva del grupo (15 semir:a– ristas en total); reuníalos con la frec:.iencia que le era posible en su propio <:\es– pacho y eran aquellas reuniones vivas, nada académicas, que terminaban cun instrucciones fundámentales, mil veces repetidas, sobre el libro de los E,iercicics .Del despacho de don Rufino se saiía con varias tareas que cada uno iba haciendo Habían de comenzar por aprender punto por punto el texto y después los Pj,er citaba en exponer y acomodar cada una de las meditaciones. T'enía sumo empeño en infundirles un espíritu finísimo de observación, tan nEicesario al ejercitante. La idea más repetida era ésta: «El libro de los Ejercicios es un tesoro de la lg·Iesia universal, lo mismo que el Rosario o la Suma de Santo 1'omás. No ha de ser exclusivo de una Orden religiosa». Otra de sus obsesiones era la impersonalizacióu: a medida que cada uno iba realizando su trabajo respectivo se r·ecogían todas las fichas y se ponía el fruto al servicio de todos; era lo c¡ue don Hufino llamába la «desapropiación es– piritual», «impersonalizarse». Ideas, anécdotas, ejemplos, figuras: todo iba al co– mún, de tal forma que al fin no se sabía de quién procedían. <<No es tuyo, ¿ por qué apropiártelo?>> decía con gran convicción. ·

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