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-28- 2. 0 ) El gusto espiritual.-El ordenamiento de la vida supone un cambio rle las disposiciones de nuestras facultades intelectivas y sensitivas: en la v·olu~tad, haciendo que la parte superior del hombre esté sujeta al querer divino; en el entendimiento, modificando los conceptos formados sobre· el valor de las ':o.;as y su utilidad; en la sensibilidad y ~petencias inferiores del hombre, mediantt d dominio del reino inferior de la naturaleza, volviendo, en cuanto cabe, al e,;1.:ldo de paz y armonía de que al ser creados gozaban Adán y Eva. Entenderr::cs ¡Hir sensibilidad los sentidos, imaginación y apetito sensitivo y por partes inferí(! ,•s los miembros del cuerpo que inemediablemente se dejan arrastrar por. la s<:n– sibilidad. Y todo esto no se puede lograr sin un trato con Dios intenso, fruto. lLl adiestramiento de los ejercicios. El P. Calveras abordó a fondo la cuestión del gusto espiritual, fuente de t<i,;– tas discusiones. Bajo el nombre de devoción suelen entenderse en el uso ordinar1o dos realitlades muy diferentes: 1) una resolución y prontit•.1d de la voluntad para obrar cuanto al culto y servicio de Dios se refiere de un modo estable y eficaz; 2) el gusto, suavidad, deleite, gozo y alegría que se experimenta a las ve(e::-. o sólo en la voluntad o también en el apetito sensitivo, acompañado de re:.iccifr. orgánica, cuando en la oración mental o en otros ejercicios de piedad se reci !;e:1 n~ociones divinas. Estos dos elementos, en la terminología de Suárez, reciben el nombre ó~ devoción ·sustancial y devoción accidental. Es un error creer que es inneces:11·;,1 y despreciable esta devoción accidental en la vida espiritual; yerran todavía ti:Ú< los que desprecian los gustos sensibles como repercusión orgánica in:iigna del veTdadero trato con Dios, que es cosa del alma. SuáTez afirma categóricamL•nte que esta devoción seµsible es propia aun de las almas pefectas y puede acompuñal' a la más elevada contemplación, dando mayor facilidad e intensidad al trato con Dios de las facultades s::iperiores. 3, 0 ) Los Ejercicios y la perfección.-El entrenamiento, que es la esench de los ejercicios, consiste en ásegurarse para no cometer el pecado mortal, evitnr el pecado venial y estar en disposición de hacer en todo la voluntad de Dii,~. ¿ Será posible en solos treinta días lleg·ar a la perfección, hacerse santo? Ante el apremio con que se recomienda la eficacia de los ejercicios comple– tos para la santidad, surge la objeción sobre la eficacia de los mismos. Y nó han faltado quienes se han regocijado de Ja fácil calumnia de creer que se at1'ibuye a los ejercicios una especie de eficacia «ex opere operato» para hacer sar,to~ en treinta días exactos. San Ignacio dejó bien sentado que los Ejercicios son para «disponer al áa:nia para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y hallar la voluntad divin'I ... » Se han dado varias soluciones. Unos, con el P. La Palma, se fijan en 1 0:,; dictámenes y propósitos infundidos por los ejercicios, y afirman que éstos ~on perfectos y constituyen una dirección perfecta de la vida. Otros ven la perfec~i6n de los ejercicios en un estado incipiente, como un organismo infantil que es pc>r– fecto, pero no tiene su pleno desarrollo. La solución propia del P. Calveras· es la siguiente: la perfección puede considerarse como ·.m estadio que no tiene fi r; y los ejercicios son un entrenamiento para correr en este estadio. Los ejercicio~ de treinta días nos dan la ciencia práctica y también la experiencia de la santid,1d: el conocimiento de la verdadera doctrina de Jesucristo, el gusto espiritual de :a misma y la experiencia de los pasos más difíciles que tiene que dar quien se ded(lE: por el -camino perfecto. Síguese de aquí que, en principio, los ejercicios de treinta días habrán de ser para muy pocos; la mayoría tendrán que content.arse con ejercicios leves, en que tendrán parte principal las meditaciones de la primera semana. 4. 0 ) Ejercicios a almas que desean perfección.-El P. Calveras sostiene y lo repite, que las condiciones .exigidas por San Ignacio para los ejercicios de mes limitan extraordinariamente el número de los que son capaces de hacerlos: s'ilo han de· ser admitidos aquellos de oyo aprovechamiento se espere notable fruto a gloria de Dios o hayan de elegir estado; teme que el xcesivo númro desacre<lite los ejercicios. Para atender al deseo de aquellos que se conforman con ciertos frutos

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