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~24- IV. PONENCIAS l. CUALIDADES QUE DEBE REUNIR EL DIRECTOR DE EJERCICIOS Por el R. P. Gabriel de San Sebastián a) Espiritualidad.-El director de ejercicios ha de ser ante todo un conven– cido; como toda acción· netamente sacerdotal, también ésta ha de ser un desborda– miento de vida interior. Y para esto se requiere una preparación seria, no sólo remota, sino aun inme– diata; esta preparación ha de ser tanto en el estudio cuanto en la unción sacerdotal. pero principalmente en ésta. El director de ejercicios ha de ser todo lo contnu:o de un charlatán. Nada de improvisaciones. El director ha de tener muy presente que el agente primario en los ejerjcidos es Dios; y él ha de considerar como árbitro e intérprete de las mociones que Dios produce en el ejercitante. Un consejo a los jóvenes: muy bien está el ardor, el deseo de prodigarse en obras de celo, en fecundas iniciativas;. pero nada se hará si falla la base de um1 espiritualidad profunda. (El ponente lee una carta de cierto Padre joven llen0 de este ímpetu juvenil). · b) Adaptación ál auditorio.-El directo~· no ha de predicar la verdad suya, sino la verdad· en sí. Ha de ser transparente, trabajando por conquistar la «impcr– ~onalidad» sacerdotal de que gustaba hablar don Rufino Aldabalde. Como instru– mento de la verdad, ha de presentar a sus oyentes a Jesucristo y su Evangelio, siempre actuales, siempre accesibles a toda clase de personas. ¡ Cuidado con los temas que se escogen! ¡ Cuidado sobre todo con el lenguaje crudo al hablar de ciertas materias· escabrosas! Se impone en tales casos suma limpieza .y delicadeza. c) El director ha de hacer diferencia entre plática y meditación; son dos armas que deben ir combinadas para el mismo fin, pero que no han de confundirse. La meditación requiere estilo grave, afectivo; la plática, estilo movido, d1dáctico; la meditación no ha ele pasar de 45 minutos, irá intercalada de pausas largas, de afectos y coloquios; la plática no durará más de media hora y deberá ser más seguida y animada, d) Lenguaje insinuante.-Este requisito no es fácil para muchos. sobre to– do si les falta la unción natural. Especialmente cuando se trata de jercicio-; a jovencitos se, ha de poner a contribución todo: los ojos, el rostro, las manos, 1a fantasía ... Este tono jnsinuante es mucho más fácil en la capilla que en el púlpito. Pocos alardes de literatura y mucha comunicación con los oyentes. 2.-EJERCICIOS PARA OBREROS Por el R. P. Venancio ele Huarte~Araquil Ante todo respondamos a un prejuicio muy común hasta hace poco: ¿ son po– sibles los ejercicios cerrados a obreros? - La experiencia demuestra que. sí y la encíclica «Mens nostra» de Pío XI lo supone. Más aún, es una necesidad; hay que preocuparse del modo de dárselos. Hay que confesar que si en lo material ha recibido poco el obrero, menos todavía ha recibido en lo espiritual. Y la práctica demuestra hasta dónde es capaz de llegar en comprensión del espíritu evangélico y en ·vid,1 interior; un obrero que hace bien los ejercicios está en disposición de mayores sacrificios que otros cristianos hechos a las comodidades de la vida. Defecciones las hay, como en las demás clases sociales, y son más excusa– bles, ya que todo se conjura contra la perseverancia del obrero: los comprombos, el ambiente, la preocupación diaria por la subsistencia; pero en general el fruto es palpable. Y aquí se presenta una cuestión previa: ¿hay que hacer selección de los :,bre– ros más capaces de hacer los ejercicios o se han de admitir indistintamente'! Naca de selección; lo que hace ialta es adaptar los ejercicios a las disposiciones, cultura, edad ,etc., de los ejercikntes. Para algunos, los más .rudos, habrán de reducirse a una mera catequésis. La mayor parte ele nuestros obreros españoles tienen la
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