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--16- ra no es solamente para tener un desahogo, sino para recibir orientación y se guirla. d) Docilidad. 5) Cualidades requeridas en el director: a) Simpática compreni;;ión. Coro - prender no es justificar ni ceder, sino captar el problema tal cual es, respetar la persona y su situación. b) Reserva natural. No se hacen confidencias sino cuando existe la seguridad de esa reserva. Es un secre,to confiádo, un sigilo cuasi sacra– mental, que de sí obliga gravemente.e) Cierto optimismo natural. d) Calma y seguridad, para que el ejercitante halle el apoyo que necesita. Bibliografía. FABER, Progreso del alma en la vida espiritual (Madrid, 1927), p. 342-371. R. ALDABALDE, El director espiritual en la apertura de COllCiencia; en «Sur- ge», 1942, p. 52 SS. J. DE GUIBERT, Le1,ons de Théologie spirituelle (Toulouse, 1946) p. 361. DESURMON'r, La caridad sacerdotal, II (Barcelona, 1909) p. 135 ss. A. MORTA, La dirección espiritual y las anomalías psíquicas; en «Surge». 1950, p. 250-259. SCARAMELLI, Directorio ascético, I, art. 3, c. 4. C. VACA, Guías de almas (Barcelona, 1946) p. 226-236. ·Los modos de orar.-Cómo san Ignacio introduce al alma en el trato con Dios. Erróneamente se ha .creído que el libro de los Ejercicios sólo habla del ejer– cicio de las tres potencias; se presenta también la oración afectiva y la de con-– templación. 1) Ejercicio de las tres potencias (n. 0 45-61).-Consiste en ejercitar la me– moria recordando, el entendimiento discurriendo y la voluntad produciendo afec– tos. El fin es dirigir la imaginación dándole una base para que no estorbe la ora– ción; por esta razón el método ha de ser muy diferente según la clase de ejel"ei-– tantes. A este efecto tiende la composición de lugar, esencial en el método igna– ciano. L-0 importante es, por consiguiente, lograr que la fantasía del ejercitante esté fija. Pero al hacer la composición del lugar en las meditaciones ignacianas ne, e;; necesario moverse en la mentalidad y en los gustos del siglo XVI, sino que l1ay que tomarla de nuestro tiempo. Sin embargo no ha de ser el recurso tan original y extraño, que venga a distraer en vez de recoger; el director de ejercicios no debe ir nunca a. divertir a los ejercitantes o a hacer gala de su erudición, sino a facilitm el recogimiento. Habrá que renovar la composición de lugar ·en el curso de los ejercicios cuantas veces se observe que los ejercitantes se distraen, lo cual suele ser rríuy ·frecuente en los muchachos. La composición del lugar es el tema del primer preámbulo, El segundo preám– bulo contiene la petición o fruto explícito. La sustancia de la meditación es lleg:1, a la unión con la voluntad de Dios. 2) La oración afectiva (n.º 62-64).-La expone san Ignacio con estas pala– bras: Repetir la meditación «notando y haciendo pausa en los puntos que he sen– tido mayor consolación o desolación o mayor sentimiento espiritual, después de lo cual haré tres coloquios...» Es el paso de la oración discursiva a la afectiva; ésLt se hace sobre todo a base de coloquios. Pero en los ejercicios de cinco días conviene que la meditación de los pecados propios sea afectiva, para lo cual viene bien aplicar algunos pasajes evangélicos: el del ciego de Jericó: «Señor, que yo vea»; el leproso: «Si tú quieres puedes liln 7 piarme»; la mujer encorvada obligada a mirar siempre hacia abajo. 3) Oración de contemplación.-En este cuarto modo de orar ignaciano hay también composición de lugar. Los preámbulos son tres: 1. 0 ) recordar la historfo.; 2. 0 ) composición de lugar; 3. 0 ) petición. Método: 1. 0 ) ver las personas; 2. 0 ) oír sus palabras; 3. 0 mirar las accione~. No se trata, pues, de la contemplación tal como comunmente se entiende; pefO tampoco es. ya la meditación de las tres potencias ni sólo la oración afectiva de lá voluntad; aquí predomina lo intuitivo, se ejercitan los sentidos interiores. Es
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