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-12- Las dos banderas Las meditaciones de las dos banderas y de los tres binari'os son meditacionet propiamente dichas de elección; no vienen a nada, pues, en ejercidos colectivos. En el libro de los Ejercicios, hecho para un solo eje;citánte, tien~ gran 1m– portancia la meditación de las dos banderas; es la única que San Ignacio manda hacer dos veces con su doble repetición para cada vez. · Esto indica la trascen– dencia que tenía en la mente del Santo y supone que el fruto que con ella se pretende no es· una cosa cualquiera ni para pretenderlo en unos ejercicios de cinco días. San Ignacio va preparando al ejercitante para la elección de estado de pet– fección: «disponernos para venir en perfección en cualquier estado o vida que Dios nuestro Señor nos diere para elegir» (n.q 135). Preparación remota.-Se habla en las contemplaciones de la infancia de Cristo. que mueven a abrazarse con la obediencia, mortificación· y humillaciones; de la vida oculta, que presentan a Cristo como modelo de perfección en el estac.o de los preceptos; del Niño perdido, que lo presentan como modelo de perfecrión en el estado de los consejos. . Preparación próxima.-San Ignacio prepara el entendimientQ con la meditación de las dos banderas; la voluntad con los tres binarios; el sentimiento y el cor1,;,zón con las tres maneras de humildad. · Para San Ignacio lo más difícil de disponer es el ent.endimiento. Esta facultad. naturalmente hablando, no está dispuesta a venir en perfecció:11, porque tien,; un juicio equivocado: a) sobre la pobreza, que considera como ·una desgrada; c) sobre las humillaciones, que son para él una estupidez. Entre los que rechazan esos tres modos de seguir a Cristo hay grados. Prn– cisa, pues, corregir ese juicio equivocado, sustituyéndolo por un juicio sobrenatural sobre esos mismos puntos. Y este fruto se logra mediante las dos banderas, · que forman, como se ha dicho, seis ejercicios en total: dos meditaciones y cuahó repe– ticiones. Pero no es cuestión de mera convicción, sino de la acción de la gracia de Dios, que s3 ha de pedir; para esto son los tres coloquios en que se pide a Dios un criterio perfectamente evangélico sobre pobreza, obediencia y humillacioneil. El tercer preámbulo expresa el fruto propio de la meditación: «Pedir conos– cimiento dé los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y co– noscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán. y gracia para le imitar». · Proceso.-¿ Cómo· llega san Ignacio a esa transformación. del criterio?. Es un proceso sumamente genial. Como la del rey temporal, la meditación consta de dos partes. 1) Lucifer, que aparece como persona: sabia, invisible, enemiga del alma; hace un llamamiento: insistente, universal en el tiempo y en· el espacio; y tienta con codicia de riquezas, honores y soberbia. (Es notable que san Ignacio no señala la impureza entre las armas del demonio; se contenta con indicar la raiz de· la misma). 2) Cristo, persona: humana, graeiosa, pacífica, alegre; hace un Ifamamie•1to de la misma manera insistente y universal en el espacio y en el tiempo, persona1; a nadie excluye de este llamamiento a la perfección. Invita a sus seguidores a pobreza, oprobios y menosprecios, humillaciones. Se ha creído ver en esta meditación un fondo militar. Es una interpretación absurda. Se trata de una meditación totalmente evangélica. En ambas partes l'lte un pasaje evangélico importante: en la primera parte .es el de las tentaciones de Cristo, que en su triple proceso corresponden al triple lema de la bandera de Luci– fer;. en la segunda parte no hay otra cosa que las bienaventuranzas; lerria eterno de la bandera de Cristo. Es, pues, perfectamente ignaciano presentar explícita– mente en esta forma evangélica la meditación de las dos banderas. Tampoco esta meditación es directamente apostólica, aunque muchos lo pre– tenden; pero también aquí puede servir. la idea del apostolado como estímulo,. pre– sentando e. gr., la pobreza total como medio de la élltrega al apostolado.

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