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-9- conocimiento natural y después con un conocimiento sobrenatural, 2. 0 ) aborrecerlo, 3. 0 ) decidir la enmienda. E'ste fruto es necesario para toda clase de ejercitantes; no hay, pues, por qué omitir los ejercicios de esta semana aunque se trate de almas inocentes o adelantadas en la vida espiritual. Meditación de los tres pecados En ésta, como 'en las demás meditaciones de los. Ejercicios de San Ignacio, es importante atender al 2. 0 preámbulo: «demandar lo que quiero», que nos dani ·-- el fruto explícito, y el coloquio final, en que aparece el fruto implícito. Fruto explícito: «vergüenza y confusión de mí mismo»; fruto implícito: amor agradecido a Cristo, <<mirando a mí mismo lo que he hecho por Cristo, Jo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo». (Es, por lo tanto, ignaciano introducir a Jesucristo ya en la primera semana). Según la clase de ejercitantes habrá que insistir en uno o en otro de estos · dos frutos. Cabe, pues, gran amplitud y flexibilidad en el modo de llevar esta meditación. ¿ Cómo lleva San Ignacio al alma a ese fruto? ~ Por el conocimiento obJetivo del pecado: 1. 0 ) eµ otros sujetos: ángeles, primeros padres, un alma. condenad'l por un solo pecado, Cristo en la cruz; 2. 0 ) en otros que lo juzgan. El ejercitante va reaccionando de la manera siguiente: a) en los ánaeles, dotados de un conocimiento perfe'ctisimo, inexcusables, se comprende que rnos castigle tan duramente el pecado; b) pero vamos al hombre: ¿ qué será el pecado cuando ha traído tales consecuencias?, sin embargo, el pecado de Adán y Eva fué muy grande por las circunstancias y muy inexcusable; c) voy a considerarlt, en un hombre como yo: uno que se condena por un solo pecado mortal...; ¡y tú podías haberlo cometido! - se le puede hacer ver incluso a un ejercitante ino • cente. De aquí brotará la vergüenza a la vista de los propios pecados y la confu– sión ante lo que Dios ha hecho conmigo al no condenarme o al impedir que cayePa en _pecado. Meditación de los pecados propios Fruto explícito: aborrecimiento del pecado; fruto implícito: amor agradecido a Cristo, cqmo en la meditación anterior. San Ignacio conduce a ese aborrecimiento también por vía de conocimiento. pero esta vez sujetivo: el pecado en mí mismo y juzgado por mí (de no haber precedido la meditación anterior és posible que el ejercitante se engañase al juzga1• en sí la fealdad del pecado). Método que sigue: 1. 0 ) aplicar la memoria, recordando lugares, oficios, cou– versaciones (no han de pasarse por alto los pecados de omisión, sobre todo cuando se trata de almas virtuosas); 2: 0 ) reflexionando con el entendimiento sobre la fealdad del pecado, la p.equeñez del pecador y la grandeza del ofendido; 3. 0 ) exci– tando la voluntad a afectos de admiración: ¡cómo todas las criaturas no vengan en mí a su Criaqor!, y a agradecimiento a Dios. Bibliografía, Para el «principio y fundamento»: TISSOT, La vida interior simplificada, .. FABER, Conferencias espiritm,tlés. (Madrid, s. a.) p. 493-522 (habla de la creación particular). C. MARl\:IION, Jesucrísto ideal del monje. (Barcelona, 1949) p. 15-34. HOORNAERT, A propósito del Evangelio. (Santander, 1946) p, 216-255. Para los pecados: T. TOTH, Los diez mandamientos. (Madrid, 1946) p. 7-36. R. PLUS, S. J., Cristo en n 1 µestros prójimos. (Barcelona, 1932) p. 118-135 (sobre los pecados de omisión). LUIS DE GRANADA, Guía .de pecadores.
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