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224 LÁZARO DE ASPURZ acción al África y al Asia ; y, tras el eclipse casi absoluto del impulso misionero en la época del iluminismo, fatal para la vida católica desde muchos puntos de vista, fructificará espléndidamente en la nueva eta apostólica de los siglos XIX y xx¡, El protestantismo, por el contrario, nació misionalmente estéril. Ni el sistema eclesiástico de Lutero ni las ideas predestinacionistas de Calvino reclamaban un impulso de expansión hacia el mundo infiel. Más aún, Lutero reaccionó positivamente contra tal intento: la mi– sión evangelizadora - enseñaba - fue privativa de los apóstoles y limitada a su tiempo; ellos anunciaron el evangelio hasta los confi– nes del mundo y, por lo mismo - ,explicará más tarde el gran teólogo de Jena, Juan Gerhard, muerto en 1637 -, todos los pueblos paganos son culpables de haber perdido la fe cristiana recibida en otro tiempo; hay que dejarlos a su suerte. Calvino, situado en su concepción teo– lógica peculiar, juzgaba que la salvación de los infieles había que dejarla a la inapelable vocación divina. Sin embargo, el calvinismo apareció desde un principio más abierto que ,el luteranismo a la idea de la predicación misional. Pero la historia misionera de las confe– siones protestantes no comenzará prácticamente. hasta los comienzos de la ,era colonial del siglo XIX ; y ello no por imperativo de los prin– cipios doctrinales, sino como exigencia de la caridad cristiana, de ese impulso a difundir el bien, inherente a la recta inteligencia del Evangelio 33 • 33. Cfr. G. GOYAU : L'idée missionnaire dans le protestantisme et dans le catlto– Hcisme aua: seizieme et dix-septieme siecie. UE,1;lise en marche, I (Paris, 1928) 89-124.

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