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EUROPA POSTRIDENTINA 219 las formas, al adquirir agitaci6n realista en las escenas de martirio y de deliquios místicos, se hará m6rbida en Barocci, Bernini o Ca– rracci, y degenerará en piedad blandengue con Guido Reni y Dolci. Todo ello lo convertirá en voluptuosidad gesticulante, en tierras de Flandes, el gran Rubens, con su fantasía incontenible y con su len– guaje cosmopolita ; su discípulo Van Dick acentuará más el senti– miento sujetivo. Los caracteres del barroco español, en general, pueden resumirse así: fe sincera, hondamente sentida y místicamente experimentada; espiritualidad en los temas y en el lenguaje estético ; naturalism:) realista moderado por la meditaci6n personal ; menos minoritario que el ita~iano, el arte español extrae sus imágenes y sus motivos del medio popular y se dirige al pueblo, un pueblo religiosamente cultivado. Es sutil y simb6lico en el Greco, espiritual y descriptivo · en Zurbarán, místicamente humano en Murillo, realista en Veláz– quez, y hondamente intenso en la escultura de Pedro de Mena, Mon– tañés, José de Mora, Gregorio Hernández, etc. Más tarde, con Sal– zillo, la imaginería española descenderá al patetismo efectista, de una rdigiosidad menos selecta. En Francia no logr6 identificarse el barroco con la mentalidad de los ambientes piadosos ; quizá lo desplaz6 el jansenismo con su aversi6n a los valores formales ,en la piedad, quizá el desdén cortesano, más o menos escéptico, por las manifestaciones de la piedad popular, o el amargor de las guerras r.eligiosas, impidieron la Hbre expresi6n del arte cristiano de la época. Y cuando por fin se abri6 paso en los días dd Luis XVI, ya no fue manifestaci6n de un ideal religioso, sino de un proceso de laicismo de clase, el rococ6, arte de gracia profana e intrascendente, gala de sal6n. La denominación época del •barrooo ha venido a hacerse usual entre los modernos historiadores para designar el espacio que corre entre la ruptura de la unidad religiosa de Europa y la nueva unifi– caci6n ideol6gica traída por d iluminismo racionalista. Es un acierto. No se trata, en efecto, de un mero estilo artístico; es un modo de ser que afecta a la vida toda de la Europa cat61ica: literatura, pre– dicaci6n, indumentaria, costumbres sociales, liturgia. Un concepto total de la vida.

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