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210 LÁZARO DE ASPURZ esencia del sacrificio de la Misa. En los últimos decenios ha adqui– rido notable desarrollo la mariología y la eclesiología 20 • Sin embargo, con ser tan numerosas las publicaciones teol6gicas en la actualidad, no parece llegarse todavía a las grandes síntesis que nos pongan ante una nueva edad de oro de la teología. El temor de posibles desvíos, nada infundado después de la experiencia del mo– dernismo y la más reciente de la «teología nueva», ha obligado a la santa Sede a mantener una prudente vigilancia y a distinguir con su favor al tomismo por su coherente contextura y su precisión insusti– tuible. La misma raz6n ha motivado cierta tutela sobre los estudios bíblicos en la primera mitad del siglo XX, con lo que la teología bí– blica se ha desarrollado con retraso, mas con seguridad, en el campo cat61ico. Tal vez está cerca el día en que, caminando de consuno teología especulativa y teología bíblica, con las aportaciones hasta ~hora tan poco tenidas en cuenta de la teología oriental, asistamos a una magnífica plenitud de la ciencia de la revelaci6n. La unidad trae– rá el equilibrio fecundo. El equilibrio podrá esperarse también entre el genio latino, amigo de la claridad y de las posiciones netas, el ;genio germánico, más propenso a la problemática y al facetismo de la ver– dad in motu, y el ,geni,o oriental, mejor dispuesto para el misterio y para ei símbolo. 3. EL PENSAMIENTO LAICO DESPUÉS DE TRENTO No faltan historiadores que atribuyen al dogmatismo de Trento el progresivo divorcio entre religi6n y ciencia, entre la mentalidad eclesiástica y la mentalidad laica de Europa, que ha conducido a la actual descristianizaciéin. ·El hecho es innegable, pero el análisis de las causas es bastante más complejo. Se trata en realidad de una larga trayectoria que enlaza con los orígenes del renacimiento y la ruptura con las concepciones unitarias y objetivas de la Edad Media. El su– jetivismo, característica esencial del pensamiento moderno, se inicia en el siglo XIII, tiene sus primeras manifestaciones en la piedad, en el arte, en la política y en el derecho público eclesiástico (Marsilio de Padua, Ockam, vVidef), provoca la primera crisis de gran en– vergadura con el conciliarismo, invade la literatura y la vida social con el humanismo y produce su primera gran explosi6n revoluciona– ria en h reforma protestante. 20. E. HOCEDEZ, o. c., III, passim.

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