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82 Iriarte fe que venía exigiéndose a los valdenses arrepentidos en el acto de abjuración de la herejía: Dios es el creador único de todas los seres del cielo y de la tierra, visibles e invisibles, corporales y espiri– tuales; y todo lo ha hecho bueno, sin excluir a los demonios; éstos se hicieron malos por sí mismos 8 • Francisco, con su fe dócil y sin complicaciones, no hallará difi– cultad en adherirse a esa verdad eminentemente cristiana, que ilu– minará su actitud positiva y serena ante la bondad fundamental de cada hombre y ante la creación de Dios, creada por él buena y limpia. Es sólo el abuso del don de la libertad humana, violentando el designio amoroso de Dios, lo que introduce el mal en el mundo (véase Adm. 2 y 5). 3. El ritornello de san Francisco Lo que pudo ser intuición de inteligencias privilegiadas, en otros tiempos, fue en Francisco de Asís experiencia de contemplación mís– tica. Lo habría expresado él mismo en el razonamiento que pone en sus labios san Buenaventura con ocasión de la consulta hecha a Silvestre y Clara sobre si debía darse al retiro o la predicación: « En la oración se purifican los afectos interiores y se experimenta la unión con el único, verdadero y sumo Bien» (LM 12,1). Es la culminación de un proceso de descubrimientos fascinadores que el Poverello fue realizando progresivamente desde el día que optó por seguir a Cristo en desasimiento total, la constatación de que los que llama bienes el común de los hombres no merecen el nombre de tales: el verdadero Bien es Dios. Por eso, cuando expresa sus sentimientos ante el Altísimo le brota del corazón, como un ritornello ineludible, la proclamación de esa verdad en forma vibrante. Veamos algunos ejemplos. Regla no bulada 17,17s: « Devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos los bienes son de El... De El es todo el bien, El es el único bueno (omne bonum, solus est bonus) ». 8 DENZINGER, Enchridion symbolorum, n. 790, 800.

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