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98 Iriarte tura nos está susurrando: Dios me ha hecho para ti, oh hom– bre» (LP 51). Tomás de Celano traduce los sentimientos de Francisco en expre– siones doctas: « Miraba el mundo como un espejo tersísimo de la bondad de Dios. En cada obra alababa al Artífice; todo cuanto hallaba en las creaturas lo refería al Hacedor. Exultaba de alegría en todas las obras de las manos del Señor... En las cosas bellas reconocía a la Belleza suma; cada uno de los seres que para él son buenos siente que le dice: El que nos ha creado es infinitamente bueno... En todas las cosas se le manifestaba ya con claridad esa Bondad fontal, que un día será todo en todos» (2 Cel 165). 8. San Francisco formó escuela. He indicado ya cómo el Poverello se esforzó por comunicar a sus hermanos, y aun a los fieles que entraban en su radio de acción penitencial, lo que en él era experiencia de fe y consecuencia de la postura adoptada ante Dios. Por las fuentes biográficas vemos en qué grado logró formar una verdadera mentalidad espiritual en torno a la idea de Dios como Bien supremo y al sentido de los bienes inter– nos y externos. Nadie supo captar, en esto como en otros aspectos, la enseñanza del fundador, aun en los matices más finamente evangélicos, como santa Clara. Transcribe, de la Regla de san Francisco, sus expresiones sobre la vooación como don e «inspiración» del Señor (c. 2); y en el Testamento se extiende en la ponderación del gran beneficio de la misma vocación, « uno de los mayores que hemos recibido y estamos recibiendo cada día de la liberalidad divina ». Lo mismo que Fran– cisco, ve en su propia « conversión » la absoluta iniciativa de Dios y en cada hermana un don de la divina bondad. También ella habla de la « gracia de trabajar » y de servir a la utilidad común; y de la gracia de difundir al exterior del monasterio el testimonio de una vida escondida: « No por nuestros méritos, sino por la misericordia y gracia del dador de todo bien, que es el Padre de las misericordias, difundirán las hermanas el buen olor de su fama... » (Tes 58). Exhorta a las hermanas a devolver a Dios el talento recibido (Tes 18); se alegra de los bienes ajenos: « Doy gracias al dador de

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