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Dios el bien, fuente de todo bien 93 hacer aquel que, poseyendo por muchos años los bienes de su señor feudal, decide desprenderse de ellos, le contestó Francisco: « Debe restituirlos al señor ». A lo que repuso Bernardo: « Exacto. Dime. pues, la mejor manera de desprenderme de todos mis bienes tempo– rales por amor de mi Señor que me los ha dado». Siguió después la consulta al Evangelio y la distribución total de los haberes de Ber– nardo a los pobres 12 • Y con esa lógica peculiarísima del Poverello, se sentía obligado a restituir aun las cosas necesarias cada vez que hallaba otro más pobre que él. « Hermano, hemos de restituir el manto a este pobre– cito; le pertenece. Nosotros lo hemos terr' io en préstamo hasta que encontráramos otro más pobre. No quiero ser ladrón de lo que no me pertenece», dijo una vez al compañero de regreso de Siena. El mismo argumento empleó con el guardián estando en Rieti 13 • No es otro el principio evangélico aplicado a los bienes internos de todo orden: restituirlos a Dios, de quien los hemos recibido, pro– digándolos en beneficio de los demás. Y ello en virtud de ese desa– propio permanente que impone el espíritu pobre. ¡ Cómo se complacía Francisco en descubrir y apreciar en cada hermano esas gracias particulares recibidas de Dios, diferentes en cada uno y, por eso mismo, más enriquecedoras para el grupo! Es lo que aparece en la conocida página del Espejo de Perfección, única fuente que nos ha transmitido una enseñanza tan valiosa. Es el arte de ver en el hermano el lado positivo, ignorando voluntariamente lo que hay también de negativo: la fe de fray Bernardo y su :1mor a la pobreza, la sencillez y pureza de fray León, los finos modales de fray Angel, la apostura y don de gentes de fray Maseo, el don de contem– plación de fray Gil, el espíritu de oración de fray Rufino, h capacidad de fray Junípero para el sufrimiento, la robustez física y espiritual de fray Juan de Lodi, la caridad solícita de fray Rogerio y la movilidad de fray Lúcido 14 • Maseo, a juzgar por la imagen que de él nos han transmitido las Florecillas, estaba humanamente bien dotado: buena presencia, 12 3 Comp. 28; 2 Cel 15. El mismo razonamiento hallamos en el caballero cortés, que Francisco conquistó para la fraternidad según las Florecillas, 37. 13 2 C el 87 y 92; LP 52. "EspPerf 85.
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