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Lo hemos dicho ya, mas conviene repetirlo: macnaconamente los Papas insisten en que el terciario es el cristiano perfecto. Irrisión sería considerarse como perteneciente a la institución y descuidar uno de los puntos básicos de su ideal como cristiano: el apostolado. Debe el terciario preocuparse de la perfección, conservación, restauración y desarrollo del cuerpo místico. 2) Por ser franciscano. Podrán darse instituciones en que se dé el abso– luto predominio al silencio, a la oración, al recogimiento, etc. Si ello está re– ñido con el apostolado exterior, podemos decir bien cla,ro que eso no es franciscano .. Porque el franciscanismo quiere la oración, el recogimiento, la pe– nitencia, etc:, pero pertenece a su esencia también el trabajo, el ministerio. El terciario es franciscano. Traiciona su vocación si se concentra en sí mis– mo. Su ser le pide no sólo vivir y conservarse, sino a la vez trabajar, pre– ocuparse de los demás, ayudar a que el reino de Cristo se extienda por todas partes. 3) Por la misma naturaleza de la Orden Tercera. Lo daba a entender ya Pío XI: «Para todos, pero especialmente para los terciarios, el apostolado debe ser el propósito, la empresa de toda su vida)). En las encuestas realizadas con motivo del congreso internacional de 1948 encontramos esta pregunta: ¿Son necesarias en la Orden Tercera las obras de apostolado? Y todos responden unánimemente en sentido afirmativo. Y la tercera razón propone: «Ipse Tertius Ordo Franciscalis apostolatu eget, secus moriturn. La Orden Tercera se fundó y después se extendió y sobrevivió en este · ambiente de apostolado. Pretender ahogarlo hoy es ir contra su misma esencia. ¿El apostolado debe ser individual o colectivo? Individual y colectivo. Si cesa el primero, se pierde la espontaneidad tan propia del franciscano. Si desaparece el segundo, corre el riesgo de desaparecer con él la unión de los miembros y la existencia de la comunidad en cuanto tal, a lo menos como ser vivo y operante en el apostolado. Virtudes características Necesariamente deben regir en el apostolado las mismas virtudes anterior– mente expuestas. Y son: la caridad en todas sus manifestaciones, la pobreza, la humildad y la penitencia, la simplicidad y alegría. Y, por fin, el buen ejemplo, el gran predicador franciscano. IV.-PORVENIR DE LA ORDEN TERCERA Hemos examinado la Regla de la Orden Tercera. Hemos visto sobre todo las apremiantes exhortaciones que los Sumos Pontífices han hecho desde últi– mos del siglo pasado para que los cristianos se afilien a sus banderas. A pesar de las esperanzas de los Papas, en fuerza de nuestra sinceridad,
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