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Í2 «Creemos que ei ~spíritu de la Orden Tercera, saturado de sabi– duría evangélica, contribuirá al mejoramiento de las costumbres públicas y privadas, si vuelve a florecer entre los fieles como en los tiempos en que san Francisco predicaba con el ejemplo y la palabra el reino de Dios". «Nuestro principal propósito es hacer resaltar el carácter y es– píritu peculiar de esta Institución, de la cual la Iglesia espera, como en los tiempos de san Francisco, grandes. ventajas para el pueblo cristiano en esta época de tanta adversidad para la fe y la sana moral». «El deseo que animó a san Francisco a hacer de los terciarios otros tantos heraldos y apóstoles de la paz, fue !ambién nuestro deseo cuando casi todo el mnndo ardía en horrorosa guerra". Y el Romano Pontífice propone lo que el mundo actual pide a los ter– ciarios: abrazar la pobreza al menos en cuanto al efecto, negarse a sí mismos, ser ejemplo en el· vestir y en el modo de comportarse, difundir el buen olor de Cristo con la integridad de su fe, inocencia de su vida y actividad de su celo. Pío xr Y Pío XII Con Pío XI las recomendac.iones de los Sumos Pontífices hechas a todo el pueblo cristiano sufren un nuevo encauzamiento, La Orden Tercera, por causas muy complejas que más tarde examinaremos, no realizó las aspiraciones de los supremos jerarcas. El mundo cristiano siguió descristianizándose; las guerras, odios, venganzas, inmoralidad de costumbres, continuaron acelerada– mente su rumbo pagano. El apostolado de los terciarios no brilló en general a gran altura. Las Hermandades existían en muchas ocasiones con vida lánguida. Pío XI Pío XI imaginó un nuevo ejército, desconectado en absoluto con el ideado por sus predecesores. La Acción Católica constituyó el centro de sus pensa– mientos. Con ella creyó, al igual que sus antecesores con la Orden Tercera, que podría regenerar al mundo. Y a ella se entregó por entero: trabajos, orientaciones, desvelos, etc. No es que Pío XI despreciara lo que sus predecesores habían favorecido. También en su vida se encuentran algunas frases y anécdotas halagadoras para la venerable institución. En cierta ocasión a algunos terciarios les excluye del protocolo pontificio diciéndoles que no necesitan de presentación ante el Papa. Muestrá legítimo orgullo de ser terciario franciscano. Y en otra ocasión exclama: la acción de la Orden Tercera en el mundo toca los linderos del paraíso. También el Papa de la Acción Católica desea que todos den su nombre a institución tan preclara; más aún, quienes por su edad se ven impedidos de hacerlo, adscríbanse a los cordígeros, para que ya desde niños se acos– tumbren a su vida. «Qui nondum dederint, dent praeclara,e eiusmodi militiae, vobis suasoribus, hoc anno nomen; quibus adhuc dare per aetatem non licet, ii chordigeros candidatos se scribant, ut vel pueri sanctae huic disciplinae assuescant».

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