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í C) a León XIII el Papa de la Orden Tercera Franciscana. El la ayudó, él la orien– tó, él la reformó en su Regla, él redactó la sentida encíclica «Auspicato con– sesstim. Pío x Y junto a León XIII su sucesor Pío X. No es retórica huera. También el Papa Santo de nuestro siglo sintió especialísima predilección por todo lo franciscano. Respecto de la Orden Tercera no tiene tantos documentos como su antecesor; mas los pocos que posee rezuman similares sentimientos. Pensamientos del Papa Ante todo quiere Pío X que la Orden Tercera se extienda por todas par– tes. Como la primera Orden no puede llegar a todo, la tercera lo conseguirá. No sólo cerca de los conventos deben existir Hermandades; también en las iglesias parroquiales. Su anhelo para la pronta implantación de este instituto en todos los lu– gares, se fundamenta en la utilidad que reporta a la Iglesia de Cristo, en la valiosa ayuda que ofrece al programa de renovación proclamado por el Papa, en los medios que ostenta para volver cristiana a la sociedad. Por eso quiere que los terciarios sean el ejemplo de los demás: en su vida privada, en la familia, en la vida social, con el cumplimiento de los man– damientos, con la observancia de sus deberes peculiares. Deben esforzarse los militantes en hacerse buenos cristianos, pues tal es la finalidad de la Orden. Deben señalarse en la caridad. No serían dignos del nombre de terciarios si no se inflamasen en la caridad para con Dios y para con los prójimos. La obe– diencia a la Iglesia, el desprecio de los bienes terrenales, la austeridad de vida, son también elementos principales de su vocación. Algunas frases Para hacer constancia de alg1mas afirmaciones que acabamos de apuntar, queremos reunir algunas frases que muestran el interés del gran Pontífice por la Orden Tercera. «Si queremos que la Tercera Orden permanezca incólume, nada nos parece más oportuno como que se establezcan tales Congre– gaciones de teréiarios no sólo en los conventos, sino también en las otras iglesias, especialmente en las parroquias, dando la di– rección de ellas, con el consejo del Obispo, a los mismos párrocos, mientras circunstancias especiales no aconsejen diversamente». Este afán de expansión de la Orden Tercera se basaba en los frutos que el Papa se prometía: · «Si todos los terciarios pusiesen toda la diligencia que requie- ren los tiempos presentes en el cumplimiento de sus deberes, se habría dado un gran paso hacia aquel cambio feliz de cosas que Nos tanto deseamos". «La Orden Tercera fundada por san Francisco es de gran opor– tunidad aun en nuestros tiempos para conformar las costumbres del

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