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8 brarle la Orden Tercera inmediatamente le replicó: Y o soy terciario francis– cano y estoy contentísimo. Propaga la Orden Tercera No satisfecho con ser terciario quiso que la institución progresase sin ce– sar por todas partes. Nuestra voluntad es que la Hermandad reciba de día en día incremento nuevo, ya con el aumento de los inscritos, ya con oportunos discursos, ya con la observancia de todo lo que se prescribe en la Regla. A un provincial escribe: Propaguemos, propaguemos la Tercera Orden. Trabajemos a este fin. Queremos que los terciarios sobrepasen un millón, dos millones, o mejor, que todos los fieles sean terciarios. La Orden Tercera debe regenerar al mundo. Por eso declara al Director de «Le Messager de S. Frarn,ois: Trabajad activamente en la difusión de la Orden Tercera, pues ella debe regenerar al mundo. Y dirigiéndose a algunos Provinciales: Trabajad en la propagación de la Orden Tercera; tened exactamente la reunión mensual; instruid a los terciarios sobre sus deberes y sobre el espíritu de su Regla. Siendo cardenal escribió una carta pastoral en la que se lee: Exhortamos a todos los pastores de almas con la mayor fuerza que podemos a que propa– guen con diligencia esta seráfica Orden en su grey, y con exhortaciones pri– vadas expliquen al pueblo la excelencia, facilidad y ventajas de esta Orden. Ya Papa, recomienda a todos los obispos que la establezcan en sus diócesis y parroquias. A este fin redacta su famosa encíclica «Auspicato concessum", dirigida a todos los obispos, para que trabajen en .cultivar y hacer florecer la Orden Tercera ya que de su propagación la sociedad habrá de disfrutar de grandes ventajas. Causas de su predilección Tal vez extrañe a alguno la predilección que el gran Papa de la cuestión social sintió por las instituciones franciscanas y concretamente por la Orden Tercera. Su decisión era firme. Su visión, certera. Vió la descristianización de las masas, la podredumbre de las da.ses altas. Sintió como ninguno las preocupaciones de la hora actual. Quiso buscar un remedio eficaz a tanta des– gracia espiritual y creyó encontrarlo en la Orden Tercera. De ahí dimanan sus alocuciones, sus exhortaciones, sus mandatos, Ofrecemos algunos textos expresivos: «En medio de tantos y tan grandes peligros hoy motivos para esperar mucho de las Instituciones franciscanas llevadas a su estado primi– tivo. Si ellas floreciesen, la fe, la piedad, la honestidad de costum• bres, florecerían también; este apetito desordenado de cosas pere– cederas sería destruído, y no se cuidaría sino de .reprimir las pasiones por la virtud, lo que la mayor parte de los hombres con– sideran hoy como el yugo más pesado e insoportable»- Lor Orden Tercera es la que ha de reformar al mundo, porque ella «nació para la multitud y cuánto pueda para las costumbres justas, íntegras y religiosas lo enseñan los monumentos de los tiempos pasados y su naturaleza misma».

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