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FISONOMÍA ESPIRITUAL DE LOS CAPUCHINOS 281 reno, no dejó de producir cierto fanatismo, que se refleja en las relacio– nes de los cronistas. Con todo, no faltan testimonios de una pedagogía sana en la fideli– dad al espíritu y al contenido evangélico de la Regla más bien que a la letra material. Bernardino de Asti consideraba la sana interpretación de la Regla como un don del Espíritu del Señor a los que la observan con sencillez. Mateo de Schio (t 1550) solía decir: «Ahora yo comprendo la Regla porque la observo... La Regla ,no consiste en practicar observan– cias; sino que el que está enamorado de Dios e iluminado por el Espíritu Santo puede guardar la Regla de san Francisco, ya que ésta se resume en un verdadero desapropio de si mismo y en el verdadero amor de Dios. La Regla es espiritual y debe ser observada por el espíritu y para el es– píritu» (Bernardino de Colpetrazzo). Y Bernardo de Offida ( t c. 1558): «La Regla es toda espíritu y no se la puede entender sino es por espíritu y observancia... » (Pablo de Foligno). Las Constituciones de 1536 (n. 5) contienen un ardoroso compromiso de fidelidad a la Regla, que debe ser observada «sencillamente, a la letra y sin glosa»; se renuncia por ello a toda exposición «carnal, inútil, dañosa y relajatoria», pero se aceptan las declaraciones pontificias; el comen– tario vivo, sin embargo, ha de ser «la santísima vida, doctrina y ejemplo del Padre san Francisco». El Testamento viene presentado como «glosa y exposición espiritual de la Regla» (n. 6). A los maestros de novicios inculcaban las mismas Constituciones que no se contentaran con enseñarles observancias y ceremonias, sino sobre todo las cosas ·del espíritu, «necesarias para imitar perfectamente a Cristo, nuestra luz, camino, verdad y vida», mostrándoles, con el ejemplo y con la palabra, «en qué consiste la vida del cristiano y del hermano me– nor» (n. 17). II. PRIMActA DE LA CONTEMPLACIÓN En fa vida de san Francisco y en los orígenes de la Orden, la vida de oración contemplativa ocupa puesto primario. Una vuelta sincera al Fun– dador no puede menos de hacer resaltar los valore~ de la intimidad con Dios, del retiro y de la soledad. Todas las reformas franciscanas, a partir de los observantes del siglo XIV, acentuaron este elemento, incluso exa– gerándolo en una opción marcadamente eremítica en la primera gene– ración. La época en que aparecen los capuchinos señala el punto culmi– nante de la marcha hacia la contemplación personal, impulsada anterior– mente por la Devotio moderna y sistematizada en el curso de los siglos XV y XVI en forma progresiva. Aun la jornada monástica benedictina había introducido, al par de la salmodia y de la lectio divina, el ejercicio meto– dizado de la meditación individual. Basta recordar el Exercitatorio de García de Cisneros, que inspiró el libro de los Ejercicios de san Ignacio.

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