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FRANCISCO DE VlllALPANDO CAPUCHINO 323 los que destacan A. Genovesi, L. A. Vernei, A. Arnauld, F. Jacquier, T. Heineccius, P. van Musschenbroek, A. Hallet, y J. L. Buffon, y las fuentes mediatas, en las que se inspiran esos autores, según su respectivo campo; y aquí figuran casi todos los grandes iniciadores - o sistematizado– res - de la ciencia y de la filosofía moderna: N. Copérnico, G. Galilei, F. Bacon, J. Locke, l. Newton, E. Condillac, R. Descartes, N. Malebran– che, F. G. Leibniz, y C. Wolff (pp. 160-163). En un capítulo conclusivo de esta sección se pone de relieve el interés· del curso de Villalpando como exponente de la Ilustración dominante; ante todo, por la importancia dada a la relación entre ciencia y filosofía natural y luego por la valoración de la historia de la filosofía y la interesante proyección de la ética en la realidad social española; se· estudian asimis– mo algunas analogías entre Villalpando y Kant. Parte III: Recepción de lafilosofía de Villalpando en las universidades. La decisión del Consejo de Castilla, comunicada a las universidades, imponía el curso de .Villalpando "en aquéllas ... donde no se enseñe la filosofía por las Instituciones filosóficas del P. Francisco Jacquier ni la física por Musschenbroek" (p. 185). No podía ser pacífica ni uniforme la actitud de los claustros universitarios ante una tal imposición. El padre Zamora va examinando las diversas reacciones en los capítulos sucesivos. Donde el curso de Villalpando halló acogida más favorable fue en las universidades de la Corona de _Aragón. En la universidad de Cervera estuvo en vigor desde 1779 hasta 1802, en la de Zaragoza desde 1781 hasta 1799; en la de Huesca hubo resistencia por parte del sector tomista; la de Valencia se limitó a levantar acta de la real orden, que no le obligaba, por cursarse ya en ella la filosofía por el manual de Jacquier. Las universidades de Andalucía acogieron con relativa docilidad el tex– to de Villalpando, si bien éste fue mantenido durante menos años que en las de Aragón y no en forma exclusiva: en la de Baeza fue adoptado de 1780 a 1793, en la de Granada de 1782 a 1792, en la de Sevilla de 1780 a 1783. Por el contrario, la actitud de las universidades castellanas fue de una reacción cerrada frente a la imposición del gobierno. La universidad de Sigüenza obtuvo poder continuar enseñando el texto tomista de Goudin, de momento; la misma autorización intentó conseguir la de Alcalá, pero, en vista de la negativa del Consejo, optó por el texto de Jacquier, rechazan– do el de Villalpando; la de Valladolid se tomó la atribución de nombrar

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