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320 LÁZARO IRIARTE jero por otros nacionales. En la segunda parte se expone la vida y la obra del padre Francisco de Villalpando, con un análisis de su curso filosó– fico. En la tercera parte se examina documentalmente la suerte que corrió dicho curso en las varias universidades tras haber sido declarado texto cooficial por el gobierno. Parte I: Hacia la modernización de la enseñanza filosófica en todas las universidades españolas. El temor, nada infundado, de que España quedara culturalmente aisla– da del resto de Europa, sobre todo al margen del impulso que iban reci– biendo las ciencias positivas, movió a los ministros de Carlos III a plantear en serio la reforma general de los programas universitarios y, en concreto, de los libros de texto. El primer ensayo, redactado a este fin en 1766 fuera de la universidad a petición de Manuel de Roda, secretario de Gracia y Justicia, fue el de Gregorio Mayans y Sisear: Idea del nuevo método que se puede practicar en la enseñanza de las universidades de España. Tres años más tarde llegaba al gobierno el anónimo Discurso crítico-político, tam– bién de origen extrauniversitario y escrito con la misma finalidad. En am– bos proyectos se pretendía liberar las disciplinas fil9sóficas del encuadramiento tradicional en sistemas de escuelas y de tantas inútiles disquisiciones, y se propugnaba un eclecticismo que permitiera la búsqueda sincera de la verdad, dando preferencia al estudio de la física experimental y de las matemáticas. Se proponían varios autores extranjeros - Pedro Leridant, J. Bautista Duhamel, Pedro Massuet - y el compendio del español Tomás Vicente Tosca. En el ámbito universitario fue la facultad de medicina de Salamanca la primera en presentar, en 1766, un plan de reforma de las materias filosóficas con miras a la autonomía científica de la misma facultad, siempre según el modelo de autores extranjeros. Esta iniciativa provocó un clima de reforma en toda la universidad salmantina, cuyo claustro elaboró en 1770 un plan completo, de signo más bien reaccionario, es decir, de afirma– ción de la filosofía peripatética y de rechazo de toda corriente moderna, ya sea del racionalismo francés de Descartes y Malebranche, como del empirismo inglés de Hobbes y Locke. La universidad se proponía preparar unas instituciones de filosofía dignas de su rango. El fiscal Pedro Rodríguez de Campomanes aceptó el plan en principio, pero estableciendo un plazo de tres años para la composición del curso y condicionándola a los criterios del gobierno .sobre la reforma.
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